El presidente de México, en contra de las solicitudes realizadas por expertos y grupos de interés, inició el proceso para incorporar a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Con ello, culminaría el proceso, más allá de la cuestionable militarización de la seguridad en el país, de la creación de una institución para la seguridad interior.
México tiene un problema serio de criminalidad y violencia, distinto al que se enfrentan otras democracias occidentales. El crimen organizado se extiende en los 32 estados de la república; tiene control tanto de sectores sociales, políticos y económicos, así como un control territorial amplio, cercano al 30%, según el Departamento de Defensa de EEUU; sin mencionar los vínculos transnacionales, imposibles de enfrentar con instituciones de seguridad pública o ciudadana como las mexicanas.
La criminalidad mexicana es un asunto de seguridad interior. Esta es una seria amenaza a las personas, los valores, la libertad, las instituciones del Estados y la democracia; elementos necesarios para que todas las personas puedan disfrutar sus vidas. Ante ello, la necesidad de acudir a las Fuerzas Armadas en la lucha contra la criminalidad y su violencia es evidente y común en las democracias occidentales. Poco o nada debería asustar una institucionalización similar a las que se ha producido en las, más o menos desarrolladas, democracias occidentales europeas y latinoamericanas.
Las organizaciones que encuentran su origen en las fuerzas armadas, como Gendarmerías, Guardias Civiles, Policías Militares y Carabineros conviven de forma cotidiana con aquellas emanadas del ámbito civil, como los servicios de inteligencia, de protección de fronteras, las Policías Nacionales y Federales, agencias de Investigación criminal y Policías de Investigación. Sin embargo, los centros de fusión, desde los que se coordina la lucha contra a criminalidad, suelen encontrarse en las instituciones militares.
Los variados modelos institucionales de seguridad interior responden a la historia de las naciones y los retos y amenazas actuales. Algunos de ellos son el resultado de largas campañas en contra la criminalidad y el terrorismo; de la defensa de la unidad territorial; de los valores constitucionales y de una variada carta de amenazas internas capaces de desestructurar a un país, como lo es la criminalidad organizada mexicana.
En las experiencias internacionales, unas mejores que otras, se han integrado indudablemente la lucha contra la criminalidad en sus agendas. Si bien, difícilmente tiene el impacto e importancia que otro tipo de desestabilizadores de la seguridad interna, como las insurgencias, guerrillas o el terrorismo en las agendas nacionales, paulatinamente se comienza a reconocer como uno de los mayores retos para las democracias contemporáneas. La capacidad de las organizaciones criminales para capturar y limitar a las instituciones estatales conforma a las dinámicas e intereses criminales locales, nacionales e internacionales las hace un asunto de Seguridad Interior.
La incorporación en México de la Guardia Nacional a la Secretaría de Defensa y el posterior y necesario reacomodo de las restantes instituciones de seguridad y justicia posiblemente marque un punto de inflexión que permita dejar de ver la amenaza de la criminalidad organizada y su violencia como un asunto de seguridad pública o ciudadana, de la que se puedan hacer cargo las limitadas policías locales.
Las dudas sobre el sistema de seguridad serán, no tanto que sucederá con la Guardia Nacional en la Secretaría de la Defensa Nacional, sino cuál es el destino el resto de los elementos que hoy conforman la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. A primera vista, los restantes seis órganos que la componen quedaran en un lugar, por lo menos incómodo.
Organismos como los de Prevención y Readaptación Social y Protección Federal, encargados del sistema penitenciario y la vigilancia de las instalaciones estratégicas, podrían integrarse, al igual que la Guardia Nacional, a las Fuerzas Armadas, ante ello, en el corto plazo tendrán dificultades para seguir operando.
Sin embargo, no queda claro el acomodo en el nuevo organigrama de órganos de carácter civil y con funciones de coordinación de actores e instancias (incluyendo las fuerzas armadas) como la Coordinación Nacional Antisecuestro, el Centro Nacional de Prevención a Desastres y el Centro Nacional de Inteligencia, quienes tendrán dificultades para operar sin el apoyo directo de la Guardia Nacional.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tendrá, ante los cambios en el Sistema, dificultades para proseguir con la implementación del Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, con la certificación y financiamiento a las policías locales, que desde una óptica de Seguridad Interior será un tema secundario.
Por último, un asunto de la mayor relevancia que será impactado por el cambio de adscripción de la Guardia Nacionales es la forma de coordinarse con la Fiscalía General de la República y las estatales; con las policías estatales y las municipales, y con las cada día más importantes instituciones de cooperación y coordinación internacional.
Recomendación estratégica: México necesita una institución para la seguridad interior, las Fuerzas Armadas son las que mayor confianza despiertan en la población ante ello, es un paso natural, similar al de otras naciones, que se les integre la Guardia Nacional. El asunto que habrá de observarse es la forma en que este cambio desequilibrará un complejo sistema nacional de seguridad al que en corto plazo se le necesitará reformar de fondo para adecuarse a la situación actual y así poder cumplir el muy complejo objetivo de su existencia proteger la Seguridad Nacional, Interior, Pública y Ciudadana.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan