El COVID-19 ha modificado la situación que vive el planeta, por primera vez en la historia moderna alrededor de un tercio de la población se encuentra virtualmente detenida a espera que la contingencia se termine, y con la esperanza de volver a una, muy posiblemente inexistente normalidad. Los saldos de la pandemia serán variados: desde relaciones familiares en rompimiento, hasta Estados o instituciones internacionales marcadas por la duda de su legitimidad, eficacia y eficiencia. Pese a ello, y con un claro deterioro de lo que comprendemos como “normal”, hay sectores que claramente saldrán victoriosos de la contingencia.
A la fecha, los gobiernos han registrado casi 150 mil defunciones personas han perdido la vida y al menos 2 millones se contagiaron del virus en 185 de los 195 países del planeta. La reacción mundial a la pandemia, heterogénea en su aplicación, fue la reclusión de las personas a sus hogares con la finalidad de controlar la dispersión del virus y evitar la saturación de los servicios médicos. Con ello, los gobiernos y las sociedades están demostrando sus cualidades y fortalezas para enfrentar con orden y bajo ideales democráticos una situación global.
En general e independientemente del tipo de respuesta, hay un acuerdo de que, aparte de la crisis y drama para las personas que contraen el virus y sus consecuencias, se presentará una recesión o crisis económica no vista en el sistema global. Esta, se calcula, dejará como un pequeño catarro la presentada en 2009, pues tendrá un saldo de -3% del PIB mundial y la pérdida de alrededor de 25 millones de empleos en el planeta.
Esta terrible situación que enfrentará el planeta dejará ganadores, no médicos, que se verán impulsados y beneficiados por ser parte de la solución a la pandemia y sus consecuencias. En general es pronto para aseverar los ganadores específicos. Sin embargo, hay tres situaciones o tendencias que claramente están siendo beneficiadas: 1) las tecnologías aplicadas a la seguridad; 2) la automatización y 3) la distancia en las actividades humanas.
Las tecnologías aplicadas a la seguridad, específicamente al control y monitoreo de las personas, han avanzado notablemente en la pasada década y todo indica que la pandemia las potenciará. La presente coyuntura ha sido una oportunidad para probarlos, Google aprovechó para estudiar el aumento o disminución de la movilidad en las ciudades, algunos gobiernos locales desplegaron vehículos aéreos no tripulados para vigilar el cumplimiento de los toques de queda, algunos otros para recordar a los ciudadanos permanecer en sus domicilios o para desinfectar los espacios públicos
Los lugares con sofisticados sistemas de video vigilancia midieron la temperatura corporal de las personas con estos instrumentos y dieron seguimiento a los casos positivos de virus mediante los sistemas de reconocimiento facial. Los sistemas de geolocalización en los teléfonos móviles también fueron de utilidad para conocer el nivel de cumplimiento de los toques de queda e inspiraron la idea de dar brazaletes u otro tipo de sensores a los enfermos para asegurar su aislamiento.
Los instrumentos de monitoreo y control, típicamente relacionados con la seguridad, se verán impulsados en la coyuntura actual, pues podrán demostrar su funcionalidad, eficiencia y límites. Las organizaciones y personas que conocen su funcionamiento, o que se dedican a alguno de los eslabones de la cadena de producción, se verán beneficiados por un mayor conocimiento e interés en su uso, que inclusive podría ser beneficioso para enfrentar las consecuencias de escases de fondos, desorden público y criminal de la pandemia.
La automatización también en las pasadas décadas ha vivido un proceso de desarrollo que con la contingencia podrá ser aumentada. La sustitución de las personas por robots en actividades, procesos productivos y servicios tiene un nuevo incentivo para establecerse en hogares, oficinas, fábricas y en general cualquier espacio, esto con la finalidad continuar las actividades en situaciones como la actual y sin riesgos para las personas.
La continuidad de actividades ayudaría a enfrentar las consecuencias de las medidas tomadas para controlar la pandemia, algunos sectores productivos podrían continuar activos y así disminuir los daños económicos y las infecciones de persona a persona. En el caso extremo de los hospitales, imprescindibles actualmente, algunas administraciones han probado el uso de robots para el monitoreo de los signos vitales de los pacientes disminuyendo el riesgo para el personal médico, en otros casos y con la misma finalidad los robots se encargan del análisis de muestras o de la desinfección de espacios.
El uso de robots en los procesos será incrementado por la necesidad de disminuir el contacto con otras personas para evitar contagios y al mismo tiempo seguir con las actividades humanas. Disminuir la dependencia de las personas, pese a las fallas que suelen presentar los sistemas informáticos que dan vida a los robots, es una opción para que los sectores productivos y de servicios, públicos y privados, así como en los hogares, continúen sin interrupciones humanas.
La posibilidad de realizar diversas actividades a distancia ha avanzado notoriamente en las pasadas décadas. El acceso de las personas a dispositivos móviles inteligentes y la penetración del internet ha ayudado a que las personas desarrollen algunas actividades de esta forma. El aislamiento como medida para prevenir los contagios ha llevado a casi un tercio de la población del planeta a quedarse en casa y por lo tanto a realizar un mayor número de las actividades a distancia.
El comercio es una de las actividades a distancia que ha ganado clientes, pues ante la necesidad de disminuir las salidas de los hogares y los contactos con las personas, así como por el cierre de negocios no esenciales, las personas tienen la posibilidad de utilizar las tiendas virtuales o los servicios de entrega a domicilio para adquirir los bienes que desean. Esto permite a los negocios seguir operando en la situación de emergencia, familiarizar a sus clientes a las compras en línea o telefónicas e inclusive ampliar su base de clientes.
La educación es otra de las actividades en las que se generalizó la distancia. Las instituciones con mayor experiencia y capacidad de adaptación podrán dar un mejor servicio, e inclusive podrían ampliar su oferta educativa, así como el número de clientes a nivel global. Los estudiantes con el formato a distancia podrían acceder a mejores y variados contenidos, así como a modalidades flexibles para acceder al conocimiento y obtener los grados.
El trabajo a distancia al igual que la educación, se generalizó en toda aquella actividad que se puede realizar en esta modalidad. El cierre de oficinas no esenciales obligó a las empresas y dependencias de gobierno a crear esquemas de trabajo remoto para sus empleados para continuar con sus operaciones. Los lugares de trabajo con experiencia y capacidades de adaptación a esta forma de trabajar podrán aventajar a las que desconocían las soluciones a distancia.
Estas tres actividades ganadoras son el resultado de un proceso desatado por el desarrollo tecnológico que está siendo potenciado por la pandemia y que podrán ayudar a enfrentar la grave recesión económica que viviremos los próximos años. Asimismo, son parte de una solución a la crisis medioambiental global, al acceso restringido a la educación y de movilidad laboral, que hasta la fecha son definidas por el lugar en donde nos encontramos.
Desde hace unos años una revolución tecnológica comenzaba a presionar por cambios sustanciales en la forma en la que vivimos, las resistencias al cambio han sido constantes; sin embargo, la pandemia actual potenciará el uso de las tecnologías y el impacto que tiene su uso para nuestras vidas. En este escenario habrá personas y organizaciones con experiencia y capacidad de adaptarse que sacarán provecho al cambio, mientras que otras comenzarán o acelerarán el duro y doloroso proceso de subordinación o extinción.
Esto sin obviar la existencia de un lado negro que la expansión de estos tres ganadores tiene que impactará en la libertad, la democracia y la prosperidad de las personas, cuestión que tendrá que ser analizada y discutida a futuro.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jimenez Sánchez es investigador CONACYT y de El Colegio de Jalisco. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan