La pandemia esta transformando la vida humana, modificando los paradigmas e ideas y abriendo nuevas posibilidades. De entre todas las consecuencias, a raíz de un uso de las tecnologías para el teletrabajo y la educación a distancia, una de las más visibles es la de la movilidad de las personas, que hasta el momento no se ha calculado pero que tendrá un impacto directo en la seguridad.
Aunado a lo anterior, y también como resultado de la pandemia, las metrópolis actualmente viven una transformación. Los edificios de oficinas han quedado obsoletos y vacíos ante las adaptaciones laborales y beneficios económicos del teletrabajo. Los negocios y sus consumidores han experimentado los intercambios comerciales a distancia, haciendo en muchos casos innecesario arrendar un local. La educación a distancia demostró ser beneficioso para algunos sectores de la población a los que les es imposible moverse a los centros educativos. En general, las implicaciones de la presencialidad para la salud, el tiempo, dinero y esfuerzo han resultado en una serie de transformaciones y revaloraciones que de manera inminente transforman las dinámicas sociales, sobre todo en los lugares con altas densidades poblacionales.
Actualmente, algunos centros de trabajo están experimentando y descubriendo los retos y oportunidades del teletrabajo, calculando los costos y evaluando las prácticas y a los trabajadores; así como sus medios para disminuir costos y ampliar su presencia en el mercado. Pequeños o medianos despachos han dejado de tener oficinas y las grandes empresas están estructurándose de forma híbrida, dejando claro que existe una disposición a nuevas formas de trabajo.
Las burocracias gubernamentales también están practicando el teletrabajo e inclusive se ha comenzado a estudiar su implantación hasta en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de América. Claro que hay trabajos en los que es necesaria la presencialidad, que el contacto humano es importante y todo lo que conlleva; pero también es una realidad que para algunas actividades con reuniones esporádicas y actividades de integración resuelven algunos de los retos de la distancia.
Estas formas de trabajo y de estudio, para os adultos, están teniendo un impacto directo en las ciudades, que si bien en un principio se pensó sería momentáneo, parece ser parte de la nueva realidad. Los edificios vacíos, los locales en venta, la baja presencia de personas en las calles y en el transporte tienen un efecto interconectado para lo que sucede en las colonias y particularmente para el crimen y el desorden.
La criminalidad se determina por la intersección entre el lugar, la víctima y el victimario; estos tres elementos y sus cualidades son los que nos explican la situación de seguridad surgida a raíz de la pandemia en los lugares, en los comportamientos de las víctimas y de los victimarios; algunos lugares se han vuelto más propensos al delito, mientras que otros lo han dejado de ser y la posibilidad de ser víctima se ha modificado ante las nuevas rutinas de vida.
En este sentido, la situación post pandémica presenta retos a la seguridad en lo urbano y lo rural. En el primero, todo parece que se presentará una disminución de concentración de personas y una transformación de las actividades productivas llevarán a una readecuación del uso de los espacios públicos y privados, al igual que los presupuestos gubernamentales locales, que serán menores. En contraparte, en lo rural se presenta un aumento de población, que llevará a la necesidad de desarrollar los servicios públicos, con un aumento de recursos locales.
Estas dos situaciones serán un reto para la administración policial. En las grandes ciudades los modernos sistemas de seguridad se tendrán que adaptar a nuevos esquemas de vigilancia que contrarresten el crimen y desorden. Los escasos recursos financieros con dificultad podrán cubrir la vigilancia en las partes del territorio que paulatinamente se queden vacías y en las necesidades que presente la atomización en ciertas colonias.
Los sistemas de video vigilancia tendrán que ser redistribuidos, al igual que los cuadrantes y los sistemas dinámicos de patrullaje. Esta compleja transición, obliga a las policías a ser asertivas en el análisis de los procesos criminales y de desorden para prevenirlos y atajarlos a tiempo, antes de que se vuelvan problemas de difícil solución y de poco interés social, político y económico.
En los espacios rurales se presenta el reto de crecer la infraestructura al ritmo de la nueva población, de comprender las necesidades y la forma en que modifican la vida comunitaria. Particularmente las policías, tendrán que aumentar su tamaño, controlar las nuevas oportunidades criminales en su localidad con muy escasos recursos y no volverse un elemento para que, a corto o mediano plazo, esa localidad vuelva a perder la población por no contener la criminalidad y desorden.
Los gobiernos locales tendrán que construir caminos para dar servicios de emergencia, dar nombre a las calles, numerar y conocer a las personas que llegan; también tendrán enfrentar conductas antisociales y conflictos entre los pobladores propios de la diversidad. Algunas poblaciones podrán gestionar con eficiencia la llegada de nuevas personas otras, posiblemente se cierren a la posibilidad para continuar con su conformación tradicional y sus mismos asuntos de seguridad.
Las ciudades y las localidades rurales en la post pandemia se encuentran en una competencia por retener y aumentar su población. Las ciudades pueden perder población que regresa a sus lugares de origen o porque busca mejores condiciones de vida. Ante ello, y como precondición de toda actividad humana, la seguridad juega un papel preponderante como elemento para definir la forma en que se constituirán.
Sin la seguridad, por mas esfuerzos que se realicen para hacer atractivas las ciudades o las localidades con ambiciosos planes de mejoramiento de espacios públicos, de actividades culturales y deportivas, que sean ganadoras de premios internacionales de sustentabilidad o con medios ambientes idílicos, no serán suficientes para competir con sus pares, nacionales o internacionales.
Recomendación estratégica: Las policías de las ciudades tienen que analizar rigurosamente los procesos económicos y sociales que se están presentando y tienen impacto en la seguridad. Identificar a tiempo el cambio de uso de los espacios públicos y privados, el comportamiento de las víctimas y de los victimarios ante la nueva realidad post pandémica les podrá dar una ventaja para que las personas decidan continuar viviendo ahí. Las policías rurales tendrán que comenzar a actualizarse para dar el servicio de emergencia que necesitarán los nuevos pobladores, así como identificar a tiempo los retos y solventarlos con los escasos recursos que tienen. La era post pandémica para un sector de la población implica la libertad de movimiento, ante ello, algunos lugares podrán constituirse como lugares atractivos para el desarrollo de las personas, mientras que otros lo dejarán de hacerlo, esto dependerá en gran medida del nivel de seguridad que propicie la libertad y desarrollo de las personas.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan