En el marco del Dialogo de Seguridad de Alto Nivel entre México y Estados Unidos, los países se comprometieron a establecer un marco integral y de largo plazo que guie las acciones binacionales de seguridad, salud y desarrollo.
La idea clave de este nuevo entendimiento, llamado “Bicentenario”, fue que ambos países incorporaran por igual sus prioridades en materia de seguridad. Esto, es positivo dado que los anteriores esfuerzos en materia de seguridad binacional reflejaban solamente los temas norteamericanos.
Podemos entonces enmarcar al “Entendimiento Bicentenario” como el tercer capítulo de la historia bilateral en materia de inteligencia y seguridad. El primer capítulo fue el llamado “Proceso de Certificación contra las Drogas”, un instrumento inútil para el combate a la criminalidad en México, pero si bastante eficaz para violar la soberanía de México ya que lo sometía a estar cooperando, bajo amenazas de que en caso de incumplimiento habría sanciones comerciales muy graves, con la agenda que dictaran los norteamericanos y sin ninguna corresponsabilidad de su parte dado que este proceso de certificación solo reflejaba el interés norteamericano en el combate a las drogas.
Durante la primera década del S.XXI, los expresidentes Fox y Calderón terminaron con la certificación, pero crearon, junto con el gobierno de Washington, el segundo capítulo de esta historia y que fue la llamada “Iniciativa Mérida”. Este instrumento también fue poco útil para el combate a la criminalidad en México. Su objetivo era que el gobierno norteamericano transfiriera recursos y equipo, así como dar capacitación a funcionarios en México en materia del combate a la criminalidad, sin embargo, el proyecto no funcionaba porque en primer lugar no se tomaron en cuenta las prioridades de México y en segundo lugar, la realidad es que esta iniciativa era solo un negocio para algunas compañías privadas en los Estados Unidos y México. La administración Bush y Obama daban a México recursos y equipo para combatir al crimen, pero te obligaban a comprar licencias, actualizaciones o piezas del propio equipo de sus distribuidores privados autorizados y de esta forma terminaban amortizando y recuperando su inversión.
Por ello el entendimiento bicentenario podría ser una mejor apuesta para atender los temas de seguridad binacionales. Por supuesto no todo dentro de este entendimiento es nuevo. Por ejemplo, hay viejos temas como el combate a las organizaciones criminales—que eso se traducirá en renovar la estrategia de la DEA la llamada “kingpin” algo que se había negado el presidente López Obrador pero que finalmente cedió—y el otro tema viejo que es desmantelar el financiamiento de actividades ilegales. Sin embargo, por primera vez, se contemplaron temas como el tratar el tema de drogas como un asunto de salud pública y por supuesto incluir el tráfico de armas desde un aspecto más formal.
Entonces, en resumen, el balance final de la negociación para lograr el acuerdo sobre el “Entendimiento Bicentenario” no es malo. Ambos países obtuvieron ventajas. México obtiene una al poder ampliar la agenda de seguridad binacional y dejar de lado aquellos temas que solo criminalizan al país.
Por su parte, los norteamericanos, que desde la llegada del presidente Biden, buscaron redefinir sus agendas de seguridad e inteligencia a nivel global pueden quedar satisfechos ya que el presidente de México hará lo que se había negado hasta este momento y que era ir tras los líderes criminales. Esta redefinición estratégica norteamericana incluye desde Afganistán, pasando por la OTAN y hasta llegar a México. La idea detrás de buscar estos cambios se debe principalmente a que la capacidad de los Estados Unidos en el tablero estratégico mundial sigue limitada por su crisis hegemónica, en otras palabras, domina, pero sin hegemonía. Por lo tanto, requiere de nuevos acercamientos para retomar su influencia, sobre todo a la luz del avance chino y ruso en gobiernos latinoamericanos incluido el mexicano.
Hay por supuesto temas que quedaron pendientes y que son importantes para México tales como la ciberseguridad, la legalización de la mariguana y un intercambio más justo y robusto en materia de inteligencia. Sobre este último punto en particular vale la pena señalar que, si bien se habló de inteligencia, y por parte de México colaboraron las autoridades mas altas en el ámbito civil y militar en la materia, por parte de los norteamericanos no acudió la Directora Nacional de Inteligencia que es la principal asesora en la materia del Presidente Biden. Por lo tanto, cualquier acuerdo en inteligencia con el Departamento de Seguridad Interior no va a tener el mismo efecto que si se hubiera hecho con la DNI Avril Haines.
Recomendación estratégica. El principal riesgo que corre este Encuentro Bicentenario será la frágil gobernabilidad con la que cuenta el presidente López Obrador. Al presidente mexicano le quedan 3 años de gobierno, a diferencia del presidente Biden que va iniciando su cuatrienio, y la gobernabilidad del país está fundamentada en la aceptación popular que éste tiene. Por lo tanto, en la medida que pueda perder niveles de aceptación, también lo hará la gobernabilidad y se complejizarán los temas de inseguridad en el país, lo que hará al final del día que se dificulte que este encuentro permanezca en el futuro bajo las mismas circunstancias.