Vale la pena resaltar que los riesgos que asumirá la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), al solicitarle al presidente que la Guardia Nacional (GN) sea incorporada a su dependencia, pudieran ser más altos que el beneficio esperado.
- Riesgo por la indefinición política.
Cualquiera que entienda de estrategia militar comprenderá que el resultado exitoso de un despliegue de fuerza depende de que éste sea subordinado a la razón política. Una explicación mejor y mas amplia la podríamos encontrar en la Trinidad de Clausewitz.
Desde el 2018, cuando el presidente López Obrador anunciaba su Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, nunca definió un objetivo claro y concreto. Ha hablado sobre no más corrupción; de garantizar empleo, educación, salud y bienestar para que haya menos criminalidad; de no violación de derechos humanos en el uso de la fuerza; o de no regresar a la llamada guerra contra el narcotráfico y de emprender la construcción de la paz.
Lo anterior es útil como marco de referencia ideológica, pero es inútil para hacer estrategias de seguridad. Es decir, para que los estrategas puedan alcanzar un objetivo en contra de las organizaciones criminales es necesario saber qué es lo que quiere el líder de forma clara y concreta y, sobre todo, entender dónde termina eso que se desea. No basta con que el político se limite a mencionar lo que no quiere.
Por lo tanto, la falta de razón política –entender cuál es el objetivo que el gobierno quiere que se alcance— se traduce en malos resultados y esto a su vez en mayores presiones para las instituciones involucradas porque no vamos ninguna parte si el rumbo no ha sido trazado. Lo que sigue es la desesperación que trae consigo afectaciones en la relación entre y dentro de instituciones que consideran que el de enfrente de la mesa no hace lo suficiente.
El presidente quiere, y la Sedena al parecer también lo quiere o al menos lo está aceptando, que se les ponga al “elefante en la habitación”. Lo que parece no entenderse es que el presidente está trasladando, quizá perversamente, el costo político de no reducir la criminalidad (que no se reducirá dado que no hay objetivos) a la Sedena, en lugar de que esos costos los tuviera que asumir un civil. Esto es un riesgo muy delicado porque acarrea enormes problemas tanto al interior de la institución como en sus niveles de aceptación con la sociedad.
- El riesgo de poner en peligro el centro de gravedad de las fuerzas armadas mexicanas.
Militarmente no se les puede ganar a las organizaciones criminales. Hay muchas razones para ello y ejemplos que lo demuestran. A nuestro juicio, estas se pueden resumir en lo que declaraba el General Ruppert Smith cuando sostiene que el criminal se ha mimetizado con la población, por lo cual resulta extremadamente difícil poderlo identificar y en consecuencia atraparlo. Por lo tanto, el argumento de la necesidad de incorporar a las personas, presupuestos y equipos de la GN a la Sedena sólo podría tener sentido desde el punto de vista de la ambición táctica. Pero nuevamente, no hay peleas decisivas contra la criminalidad, por lo cual el número de elementos y recursos disponibles en el campo no ganan el conflicto al final del día.
Por ello, ambicionar los recursos de la GN podría poner en riesgo el Centro de Gravedad de las fuerzas armadas mexicanas el cual es es su reputación. Nuevamente se sugiere voltear a la obra de Clausewitz para profundizar sobre el tema, ya que, como el lo sostenía, el Centro de Gravedad es la principal fuente de poder que proporciona a un ejército su fuerza, libertad de acción o voluntad de luchar y ponerla en riesgo puede hacer peligrar tu propia existencia como organización.
Si observamos a detalle los conflictos y las incursiones militares de la GN en la presente administración encontraremos que en muchas ha habido fallas de técnica, excesos y acciones que provocaron repercusiones violentas de los criminales que afectaron directamente a población civil ajenas al conflicto. Por supuesto un operativo puede salir mal por diversas razones, pero la acumulación de errores hace que se genere preocupación sobre si la institución se encuentra a la altura de los retos que tiene que enfrentar. En este mismo sentido, la GN no tendría que ser más efectiva solo porque este adscrita a la Sedena dado que los operativos de la GN son hechos por soldados y marinos de acuerdo con los datos de la secretaria Rosa Isela Rodríguez que sostiene que el 80% del personal de la GN son militares.
Con esta incorporación de GN a la Sedena los costos reputacionales de un mal operativo ahora serán trasladados a la propia secretaría pudiendo poner en entredicho su capacidad y afectando sus niveles de aceptación. En los sexenios de los expresidentes Calderón y Peña Nieto se creía que uno de los problemas de la Policía Federal (PF) también consistía en definir dónde situarla, es decir, si dependiente de una comisión o siendo una secretaría autónoma. También, muchos ambicionaron sus recursos y personal, y bajo esa lógica se hicieron experimentos organizativos que si bien trajo mejoras y personas muy comprometidas que la integraron, su suerte estaba echada por que 1) tampoco nunca tuvo objetivos claros y definidos, 2) por las historias de corrupción y 3) la acumulación de fracasos operativos. Esto terminó afectando irremediablemente su reputación hasta desintegrarla. No solo eso, su caída también arrastró a la desintegración de todas las instituciones donde estuvo alojada: la Secretaría de Seguridad Pública de Fox y Calderón; la Comisión Nacional de Seguridad y la macro Secretaría de Gobernación de Peña Nieto.
- El riesgo de quedar en el limbo jurídico.
Un colega abogado sistémico, al que le tengo mucho aprecio y respeto me hace ver lo siguiente. La Sedena tiene una doble calidad jurídica: a) como Fuerza Armada a la que le aplican sus propias leyes y b) como dependencia de la Administración Pública Federal, a la que le aplican las Reglas de la Administración Pública.
En ese sentido, la adscripción administrativa de la GN en la Secretaría de la Defensa quedaría en el ámbito de las leyes administrativas y no de las leyes de las fuerzas armadas, de ahí que técnicamente no estaría la GN incorporada al ejército.
Por supuesto, si a pesar de lo expresado aquí, se decide continuar con la idea de la incorporación de la GN a Sedena, habría posibilidades de que tenga viabilidad jurídica y constitucional haciendo que la GN se incorporara cómo Órgano Desconcentrado de la Secretaría. Como Órgano Desconcentrado tendría autonomía técnica y operativa, por lo que técnicamente el mando de la GN no sería un militar y podría mantenerse el mando civil y los costos respectivos de los que hablábamos anteriormente también podrían ser salvaguardados.
El mando es un concepto jurídico de los cuerpos militares y policiacos y no necesariamente está relacionado con la adscripción administrativa. En este sentido se estarían formando un nuevo cuerpo no militar al que administrativamente se le harían extensivas las prestaciones de la SEDENA al sectorizarlo en esa Secretaría. La evolución Institucional de la GN tendría que llevarla a desarrollar sus propias leyes de cuerpo de seguridad pública como las tiene el cuerpo militar. Con independencia de su adscripción administrativa.
En realidad la única debilidad de esta medida sería que también por ley podría volverse a cambiar la adscripción de la GN a otra Secretaría, pero eso ya entra en el ámbito del poder político y cómo se disputen esos espacios de poder a la Sedena, sin embargo las otras corrientes políticas cuando han estado en el poder, igual han intentado utilizar al ejército en labores de seguridad pública solo que de manera técnicamente inapropiada al grado que se han abortado o se han tirado por la Corte sus iniciativas. Por lo que de esta forma no creemos que la medida pudiera tener regreso.
Recomendación estratégica. El presidente puede utilizar el engaño como una estrategia rentable en el juego de las apuestas políticas. Por supuesto que es válido que los actores se valgan de todas las artimañas posibles para inclinar la balanza a su favor cuando el botín del juego es atractivo. En este caso el botín de la Guardia Nacional. Pero una vez descubierta la mentira, esto es que, resultó ser una engañabobos la primera ley de la Guardia Nacional en el sentido de que se subordinaría a la autoridad civil, se tendría que evaluar dentro de la Sedena si es rentable y atractivo competir por el botín desde el punto de vista estratégico o si no será otra artimaña política que aumente los riesgos para la secretaría por encima del beneficio esperado.