La Seguridad y el poder Nacional dependen en gran medida de las capacidades científicas y tecnológicas de un país. El conocimiento científico define el nivel soberano, el papel y la posición de los países en el planeta. La competencia global por el bienestar es intensa y son pocas las naciones con sistemas de ciencia y tecnología que les permitan desarrollar soluciones para la permanencia de su Nación y el bienestar de las poblaciones.
Los sistemas de ciencia y tecnología afinados son los que actualmente están desarrollando las vacunas para el COVID-19, los que están entendiendo y diseñando las formas en que van a funcionar las sociedades, los que lideran los cambios económicos y las estructuras políticas; en resumen, las que suministran el conocimiento y el desarrollo científico y tecnológico que definen el nivel de progreso de las demás naciones.
La ciencia y tecnología son un tema transversal de la Seguridad Nacional; en este sentido, México tiene un sistema de ciencia y tecnología en proceso de maduración y con las características propias de un país con recursos limitados, mismo que rara vez le reconoce su papel para la Seguridad Nacional, pese a que desde las instancias civiles y militares se desarrolla conocimiento científico y tecnológico que busca solucionar los problemas nacionales y tener un impacto en los internacionales.
Los escasos recursos humanos altamente calificados dedicados al sistema público científico y tecnológico, en el ámbito civil, dependen en las inversiones que el Estado hace desde el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Este es el responsable de invertir en la formación de nuevas generaciones con conocimientos de punta en programas de posgrado de excelencia nacionales e internacionales, así como del mantenimiento de la infraestructura nacional, de la gestión de recursos humanos altamente calificados y de liderar proyectos nacionales.
Actualmente, el sistema de ciencia y tecnología del Estado mexicano se encuentra en una transformación que debe ser vigilada por el impacto actual y a futuro que tendrá en la preservación y desarrollo de la nación. La reforma a la ley de ciencia y tecnología, así como las dificultades financieras para mantener los programas de formación de recursos humanos y para desarrollar proyectos de beneficio nacional tendrán impacto en el bienestar de las próximas generaciones.
La reforma a la Ley de ciencia y tecnología ha hecho evidente la precariedad en la que se encuentra el sistema público de ciencia y tecnología; la vulnerabilidad laboral de los investigadores altamente calificados; la incertidumbre para desarrollar proyectos de largo plazo y la dificultad de crear conocimiento de frontera y de desarrollar soluciones para los problemas complejos que afectan a la Nación.
El programa de catedráticos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es un ejemplo de ello, 1,273 investigadores altamente calificados se encuentran distraídos por la incertidumbre de cambios a las reglas de su trabajo y la regularización de su relación laboral para obtener la estabilidad laboral y certidumbre necesaria para desarrollar el conocimiento científico y tecnológico que necesita el país. En este programa ni la alta calificación, ni la pertinencia social de mayoría de los proyectos, ni el espíritu descentralizador de la ciencia y tecnología, ni la renovación de la planta de investigadores a nivel nacional han sido elementos suficientes para dar certidumbre.
El gobierno federal, con todas las limitaciones, sabe que los recursos altamente calificados son escasos y clave para que la nación se desarrolle en una época en la que los retos son altamente complejos y donde nada asegura la existencia del país como lo es actualmente. Algunos de sus cuadros gubernamentales utilizan tanto la evidencia, como la ciencia y tecnología en las políticas públicas y saben que el conocimiento científico disminuye la incertidumbre, mitiga las consecuencias no deseadas y permite avanzar, sin el dispendio de recursos que suele caracterizar a las burocracias administrativas.
Ante ello, es, por decir los menos, raro que los funcionarios públicos encargados de administrar los escasos y valiosos recursos humanos científicos y tecnológicos dificulten la estabilidad de un sistema clave para el país. Que en lugar de robustecerlo y de facilitar sus procesos, se convierta en una distracción que dificulte su avance, en la aspiración de que en algún momento la comunidad internacional nos voltee a ver en búsqueda de las soluciones a los retos sociales, ambientales y hasta los pandémicos.
Pocas naciones pueden presumir los recursos humanos altamente calificados, científicos y tecnológicos al servicio público; menos aún, disfrutar de los beneficios de las inversiones y compromisos que se hicieron en el pasado. México ha invertido grandes recursos en el proceso de crear comunidades científicas, desperdiciarlo sería un error grave que tendrá un alto costo a corto y largo plazo, para esa soberanía y poder nacional que en pocas ocasiones son comprendidas por políticos y burocracias; mismas que generalmente se encuentran desalineadas al interés nacional.
Recomendación estratégica: El sistema de ciencia y tecnología es parte de la Seguridad Nacional y desde esa perspectiva debe ser tratado. Los escasos recursos humanos altamente calificados, como los catedráticos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, deben ser valorados y respetados para que prosigan en la interminable labor de crear conocimiento científico y tecnológico, pertinente, enfocado a soluciones los problemas y retos presentes y futuros nacionales y globales. De otra forma, el país carecerá de recursos civiles altamente calificados en el sector público para disminuir la dependencia hacia el extranjero, asegurar la soberanía y la preservación de la Nación.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan