Las expectativas de las instancias de seguridad federal, estatales y municipales era que en tiempos de confinamiento se pudieran reducir los delitos y niveles de violencia que habían venido incrementándose desde el 2019 en varias partes del territorio mexicano. La sorpresa fue que no solo no se contuvo esa alza, sino que aumentó el clima de violencia en el país.
El razonamiento de las instancias de seguridad parecía lógico: entre menos gente en la calle, particularmente en zonas con altos índices de criminalidad y violencia, menor probabilidad de asaltos o robos y otro tipo de delitos que afectan a la sociedad. No obstante, al darse el resultado totalmente opuesto, quedó en evidencia que había un débil entendimiento de la delincuencia y que el confinamiento no ha sido una herramienta eficaz para reducir la violencia.
En un inicio se asumió que el confinamiento iba a facilitarle a las autoridades en sus actividades de supervisión y protección, particularmente a los policías en sus rondines rutinarios al haber un menor número de personas en la calle y con ello una reducción en el número de situaciones imprevistas. A pesar de ello, se ha visto cómo la delincuencia, organizada y de pequeña escala, ha utilizado esta situación para aprovechar las horas muertas del día, momentos en que las calles normalmente estarían siendo transitadas, para salir a realizar sus actividades ilegales con la tranquilidad de que hay un menor riesgo a ser capturados en el acto.
La falla en la lógica de que el confinamiento forzado por la pandemia iba a conllevar a menores niveles de delincuencia muestra no solo una falla en la preparación para hacerle frente a la situación sino que ilustra también lo flexible que es el crimen y cómo adapta sus necesidades a sus alrededores. Esto quizá debería hacer reflexionar a las autoridades sobre la importancia de reforzar las técnicas de mapas delictivos para entender de mejor forma los cursos de acción que tomaría la criminalidad en estos tiempos en cuanto a sus métodos y al impacto que estos podrían tener.
Es una realidad que a lo largo de los años, el uso de la tecnología ha servido como aliado en el combate a la criminalidad y continúa en un proceso de sofisticación para perfeccionar sus resultados. En este sentido, la georreferenciación delictiva es una herramienta muy útil que, mediante el uso de mapas, basado en sistemas de tendencia cartográfica, se pueden construir estrategias de prevención, localizar los movimientos más recurrentes de los delincuentes (esto es la geolocalización) y generar información importante para formular programas de prevención.
La utilidad de la georreferenciación es que permite identificar los puntos clave del fenómeno criminal para que, con esta información, poder generar mejores estrategias de planeación para hacerle frente al fenómeno. Dichos puntos clave, son primordiales para entender qué pasa y cuándo pasa, dentro de un espacio temporal para concretar también de qué manera se generan estos patrones de comportamiento para así supuesto contar con un repertorio de opciones contra la delincuencia.
Cuando se habla de la georreferenciación delictiva, hay al menos 3 tipos de patrones por espacio y por tiempo del delito que esta técnica nos puede ofrecer. El primero es la tendencia dentro de una concentración geográfica de los delitos que suceden y como consecuencia de la correspondiente concentración de las oportunidades criminales; en segundo lugar, es la existencia de áreas dentro de las ciudades que ofrecen mayores oportunidades para la actividad delictiva a consecuencia del descuido político-económico-social; el tercero es la existencia de áreas de delincuencia endémica debido a las tasas de criminalidad altas estables y consistentes.
Ahora bien, la interpretación de los datos extraídos es el punto central de llevar a cabo tal investigación. No basta con identificar en un mapa el lugar donde ocurren los delitos. El esfuerzo que debe hacer la autoridad tiene que ver también con el entrenamiento y capacitación de las personas que interpretan los datos. Sobre todo, para que la selección, filtro y mapeo de datos que generan los sistemas de información geográfica sean los más precisos, es necesario que la información esté disponible en tiempo y forma para los analistas.
Identificar patrones de la delincuencia no es una tarea sencilla, sin embargo, tampoco tiene el grado de dificultad que la ciencia aeroespacial. Existe esta y otras herramientas que pueden ser muy útiles para mejorar la toma de decisiones y ser mucho más efectivos a la hora de combatir la criminalidad, sobretodo para el policía o el militar que está en el frente de batalla al reducir el riesgo de salir heridos o incluso muertos. Como lo hemos dicho anteriormente, no basta con utilizar más elementos contra la criminalidad, sino utilizar inteligencia.
Agradezco los valiosos comentarios de Sebastian Eduardo Alatorre Pastor, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana.