2020 ha sido el año en que ha quedado demostrado fuera de toda duda la necesidad de que los países desarrollen una comunidad de inteligencia y que está sea de relevancia para la toma de decisiones de los líderes políticos en el escenario internacional. En 2021, comenzarán a observarse con mayor claridad los efectos de la pandemia, las consecuencias originadas por la forma en que se enfrentó y las propuestas para preparar a las sociedades en situaciones de emergencia.
La comunidad de inteligencia puede ser definida como la suma de instituciones y organizaciones que trabajan por separado y en conjunto para realizar las actividades de inteligencia necesarias para la protección de la Seguridad Nacional. Algunas democracias occidentales, cuentan con una comunidad de inteligencia que suministra información y análisis de alta calidad a los tomadores de decisiones. Estas comunidades, con diferentes niveles de desarrollo e incidencia en la vida institucional suelen, con evidencia, ayudar a preservar y aumentar el poder nacional.
La comunidad de mayor tamaño y capacidad, la de EEUU, es el paradigma y ejemplo de las posibilidades y limitaciones de la inteligencia. Derivado de los ataques terroristas del 11 de septiembre en 2001, vivió una transformación y adaptación al nuevo escenario global, dejando atrás prácticas inapropiadas para enfrentar los retos y amenazas del siglo XXI. El avance y esfuerzo realizado durante el gobierno de Barack Obama se vio eclipsado por la nueva forma de gobernar de la administración de Donald Trump.
Donald Trump, durante los cuatro años de su gobierno, se dedicó a minar y a atacar a la comunidad de inteligencia, quien, basada en evidencia y datos, cuestionó la pertinencia de las decisiones presidenciales para asegurar la paz, el poder nacional y la seguridad internacional. En este periodo, la política al estilo Trump demostró las limitaciones de la comunidad para incidir en el proceso de toma de decisiones, y por lo tanto para ayudar a guiar el futuro de la nación.
Los límites para la comunidad de inteligencia se evidenciaron frente a la pandemia. El COVID-19, fuera de especulaciones, es hasta el momento un virus del que se desconoce su origen con precisión y que tomó a los gobiernos desprevenidos pues las comunidades de inteligencia no lograron descifrar lo que ocurría en los primeros meses de los contagios.
La situación se agravó con líderes políticos como Donald Trump en EEUU y Boris Jonhson en el Reino Unido, quienes tuvieron una reacción negacionista ante la pandemia y sus riesgos para la seguridad, que, además de las consecuencias en el número de contagios y víctimas fatales, desgastaron a las instituciones, enfrentaron a la ciencia con la política y crearon una distopía para las poblaciones que gobiernan.
El comportamiento de Trump y Johnson claramente desafiando la ciencia, la evidencia y la posición de líderes que de mejor forma, en sistemas también democráticos, han gestionado la pandemia, como la comunicadora política Jacinda Ardern en Nueva Zelanda; la ambientalista/feminista Katrín Jakobsdóttir en Islandia o la científica/política Angela Merkel de Alemania, evidenció la necesidad de empoderar a las comunidades de inteligencia para que sean tomadas en cuenta tal como sucedió en las naciones que hasta el momento tienen las mejores gestiones.
Las comunidades de inteligencia con la pandemia demostraron, una vez más, su utilidad y sus límites, que, con la llegada de un gobierno progresista a EEUU, en 2021, volverán a tener impacto en las decisiones gubernamentales, sin dejar atrás la necesidad de adaptarlas al presente. Esta nueva situación tendrá efectos a nivel global en beneficio de las poblaciones con valores similares a los que representa el partido demócrata en EEUU y el presidente electo John Biden, ya que, una vez más, la poderosa y única red de inteligencia será utilizada para incidir en las relaciones de poder y en las políticas globales.
Naciones como México, carentes de una comunidad de inteligencia, deberían de estar muy atentas al conocimiento y experiencia que se obtiene de los procesos que se gestan y desarrollan en la esfera global; pues las características de los retos y amenazas actuales obligan a la colaboración internacional con los demás servicios de inteligencia. La opción de tomar decisiones de alta relevancia para una nación basadas en creencias y sin fundamento tienen consecuencias palpables en la vida y muerte de las personas; ante ello, desarrollar y tomar en cuenta a las comunidades de inteligencia es esencial para el fortalecimiento del país.
2021 abre la oportunidad para que las naciones que carecen de comunidades de inteligencia comiencen a crearlas. Si bien, será un año de grandes retos por la pandemia y sus consecuencias, también es un momento propicio para establecer una visión de la forma en que se puede configurar este instrumento de gran utilidad para la toma de decisiones asertivas y basadas en evidencia. La política, por naturaleza, querrá imponerse a la realidad; sin embargo, la existencia de una comunidad de este tipo puede ser de gran ayuda, y en algunos casos como contrapeso, para que las políticas públicas a implementar sean en beneficio de la Nación.
Un agradecimiento por la lectura durante este complejo año y muy felices y sanas fiestas.
Recomendación estratégica: Los retos y amenazas a la seguridad continuarán y se tornarán cada vez más complejas. Las naciones que cuenten con comunidades de inteligencia las gestionarán con mayor eficacia y eficiencia y tendrán una ventaja sobre las que no las han desarrollado. La información, el análisis y el conocimiento les permite tomar decisiones informadas que inclusive pueden ser impuestas a las naciones con desconocimiento de la situación que prevalece. Las naciones que carecen de comunidades de inteligencia se encuentran en desventaja y deben hacer esfuerzos para ponerse al día, ya que de ello depende su soberanía, la vida de sus gobernados y la supervivencia de la nación.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan