¿Debe desaparecer el CISEN?

¿Debe desaparecer el CISEN?

Últimamente, hablar del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) está de moda. Andrés Manuel López Obrador sostuvo, a inicios de febrero, que de triunfar en las elecciones eliminaría al Centro y sus funcionarios serían reacomodados. Por su parte, Ricardo Anaya Cortés publicó en redes sociales, a penas el domingo pasado, un video donde muestra cómo encara a alguien que se identifica como miembro del CISEN y que supuestamente lo venía siguiendo. Esto ha ocasionado que surjan distintos análisis, algunos acertados aunque la mayoría totalmente desubicados, sobre las actividades que realiza o debería realizar el CISEN.

El objetivo de este análisis es demostrar, en primer lugar, que la discusión sobre el futuro del CISEN no es nueva ni exclusiva de México, la gran mayoría de sus países tarde o temprano se preguntan qué hacer con sus servicios de inteligencia. En segundo lugar, sostener que por supuesto es necesaria una discusión, pero ésta no debe versar solamente sobre el CISEN, sino sobre el futuro de la inteligencia en México, es decir, incluyendo los sistemas civiles y militares que la componen, sobre todo haciendo énfasis en que ésta no debe ser una discusión de tipo política sino de carácter técnico y con miras a enfrentar los retos que presentan los adversarios del Estado Mexicano en el S.XXI.

El futuro del CISEN: una discusión de hace 18 años

Es natural que durante un proceso electoral la gente se pregunte qué hace, que debería hacer o si sigue siendo necesario un servicio de inteligencia. Este debate no se da únicamente en México y es importante resaltar esto. Por ejemplo  los Estados Unidos han tenido esa misma discusión sobre las acciones y el futuro de sus servicios de inteligencia varias veces: primero al finalizar la segunda guerra mundial donde debatían cómo coordinar sus esfuerzos de inteligencia desde una base gubernamental y evitar un futuro  Pearl Harbor. La segunda vez con el asesinato de Kennedy y la supuesta participación de la CIA en el magnicidio. La tercera ocasión fue producto del escándalo de Watergate y el rol del FBI a mediados de la década de los 70s en la intimidación de adversarios de Nixon. La cuarta ocasión se da con el involucramiento de la CIA en varias partes del mundo, especialmente en Latinoamérica y específicamente con el tema de IRAN-Contras a mediados de los 80s que mostraba como la Agencia había burlado las propias resoluciones y restricciones del Congreso de los Estados Unidos. La quinta ocasión tuvo lugar al finalizar la guerra fría cuando los Estados Unidos no veían un actor estatal con poder suficiente para desafiarlos en el mediano y largo plazo y entonces los tomadores de decisiones reflexionaban sobre el futuro de sus actividades de inteligencia, sobre todo en lo relativo al HUMINT y SIGINT. La sexta ocasión fue producto del 9/11 y la incapacidad de las áreas de inteligencia civiles y militares por prevenir el ataque; de hecho, ésta ha sido la discusión más profunda y la que cimbró de fondo a los servicios de inteligencia norteamericanos, y que, a decir de muchos, es una discusión que no ha terminado. La séptima fue producto del error cometido con la invasión de Irak en 2003 y donde la CIA no fue capaz de influir en la toma de decisiones del Presidente Bush y más bien fue desinformada y manipulada por los servicios de inteligencia británicos e iraquíes como se ha venido demostrando recientemente.

Otro botón de muestra de los debates que surgen alrededor de los servicios de inteligencia, sobre todo en tiempos electorales, lo han dado tanto británicos como rusos. Los primeros tuvieron una fuerte discusión sobre todo dentro del MI5 que mostró sus debilidades al no poder prevenir el terrorismo de Al-Qaeda en 2005 aun a pesar de haber tenido bajo vigilancia a uno de los atacantes desde el 2003; esta discusión se agravó por el posterior asesinato por parte de la Policía de Londres del ciudadano brasileño Jean Charles de Menezes cuando fue confundido por un terrorista. Los rusos. por su parte, tuvieron que reflexionar sobre la KGB al caer el Muro de Berlín; esa discusión fue tan fuerte que terminó partiendo a la histórica organización en dos: el Servicio Federal de Seguridad (FSB) y el Servicio de Inteligencia Exterior de la Federación Rusa (SVR).

Como lo comentaba, México también ha tenido esta discusión sobre sus servicios de inteligencia a lo largo del tiempo. En particular ha habido tres momentos importantes. El primero se da a partir del asesinato del periodista Manuel Buendía en 1984 y la consecuente disolución de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) donde el tema central era que esa instancia de inteligencia era intolerable por sus excesos. El segundo se da con la transición entre la DFS y la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional, la inmediata antecesora del CISEN, donde la reflexión giraba en torno a cómo debía ser un nuevo sistema de inteligencia civil acorde a la realidad del México de finales de los 80s. De esa discusión derivó la creación del CISEN en 1989 -que si bien no hay duda de que ha sido una inteligencia de carácter civil, en realidad su primer director fue un militar- y del Centro de Planeación para el control de drogas en 1992. La tercera discusión se dio en el 2000 con la llegada de Fox a la Presidencia y donde, por primera vez, se reflexionaba sobre el futuro del CISEN. Esta discusión giró sobre 1) el objetivo de hacer que el CISEN fuera un centro que le diera servicio a toda la administración pública sin ningún afán político y 2) definir el futuro de un área de inteligencia creada bajo el régimen priista. Esto por supuesto tuvo efectos formales en el funcionamiento del CISEN, quizá el más visible fue que desde el 2000 el Centro no ha tenido Directores formados dentro del CISEN como si lo fue entre 1989 y 1999.

 La necesaria discusión sobre el futuro de la inteligencia en México

Ningún país que aspire a sobrevivir en un entorno internacional anárquico y/o con problemas internos puede prescindir de tener una burocracia capacitada en entender las intenciones y capacidades de los adversarios del Estado. Por ello es un despropósito hablar de la desaparición del CISEN sin tener propuesta de cuál sería la instancia que lo remplazaría. Si bien coincido en que la administración pública también está sujeta a las leyes de los seres vivos -nacer, crecer y morir- y que la desaparición de la DFS dio lugar a la aparición del CISEN que ha sido, en todo sentido, mejor que su predecesora. No comparto la idea de prescindir de un órgano de inteligencia estratégica. Por ello considero que la discusión debería despolitizarse y más bien convertirse en una discusión de tipo técnica.

En primer lugar, nuestra discusión sobre el futuro de la inteligencia tendría que ser sistémica y no solo hablar del futuro del CISEN. Lo que tendría que estarse discutiendo, sobre todo en tiempos electorales cómo mejorar el control civil del aparato de inteligencia específicamente la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional para generar verdaderos pesos y contrapesos; cómo crear una Ley de Inteligencia; cómo mejorar nuestro marco jurídico más allá de la Ley de Seguridad Nacional, el Sistema de Seguridad Nacional, la Agenda Nacional de Riesgos, el Programa para la Seguridad Nacional y el Sistema de Inteligencia Militar y Naval; cómo crear una comunidad de inteligencia eficiente y eficaz; cómo construir un modelo de inteligencia propio; cómo mejorar la contrainteligencia; cómo construir la Gran Estrategia del Estado Mexicano y que los servicios de inteligencia sean capaces de acompañarla y protegerla; cómo dejar de hablar de Investigación para empezar a hablar, sin que temamos a ello, de Inteligencia; cómo hacer funcionar nuestra inteligencia estratégica en tiempos de paz y en tiempos de guerra; cómo dividir el ciclo de inteligencia; cómo tener una inteligencia temática que deje considerar exclusivamente el narcotráfico como nuestro principal problema; cómo aumentar los presupuestos; cómo crear mejores recolectores y analistas de información en México y en el extranjero; cómo crear una burocracia estable y que no esté sujeta a los vaivenes e ideas de políticos en campaña; cómo separar a la inteligencia de la seguridad y empezarla a tratar como una disciplina distinta; cómo describir, explicar y predecir mejor en nuestras estimaciones de inteligencia; cómo mejorar la recolección por fuentes abiertas de información; cómo desarrollar tecnología propia; cómo mejorar los alcances de la inteligencia exterior, nacional e interior; etcétera.

Hablar del CISEN como receptor de todo lo que nos suene a inteligencia es fácil porque es el servicio de inteligencia civil más grande que tenemos en México. Por supuesto que no es perfecto y tiene muchas áreas de oportunidad. Sin embargo insistiría en que el tema tiene que verse desde una óptica técnica y no política y con miras a fortalecer, más no a desaparecer, una actividad que debe ser de carácter permanente para el Estado. Los niveles de inseguridad son culpa de malas decisiones en el nivel más alto de la política, no de los medios para combatirlas.

Es importante resaltar que no es sencillo encontrar soluciones simples a problemas complejos. Por poner un ejemplo, en México encargamos al CISEN con sus más de 3000 empleados la inteligencia estratégica, mientras que en los Estados Unidos hay 16 instancias con más de 150mil empleados que colaboran en esa tarea. No obstante, la comunidad de inteligencia norteamericana tampoco funciona de forma eficiente. Después de las reformas en 2005 a sus servicios de inteligencia, se crearon dos cambios sustanciales 1) hicieron crecer su comunidad de inteligencia,  tienen 16 instancias, para buscar mayor cooperación y generar competencia en la producción de análisis; y 2) crearon la figura del Director Nacional de Inteligencia para tener un responsable de las actividades de inteligencia. La realidad es que funcionan operativamente por la cantidad de recursos, de personas y de escuela que tienen en la materia, pero es un hecho en que no han podido funcionar como una entidad consolidad con miras a la generación de inteligencia estratégica.

Finalmente, insistiría en que el CISEN no debe desaparecer. Lo innovador e interesante sería quererlo fortalecer y llevarlo a otro nivel de evolución generando mejores sinergias de comunicación e interfaces entre los diferentes organismos que generan inteligencia. Sin embargo es natural que durante los procesos electorales aparezcan ríos de información y desinformación. Hay muchos intereses políticos, económicos y sociales que se juegan su futuro en cada elección. No obstante, el próximo Presidente de México, como principal consumidor de inteligencia, tiene que tener visión de Estado para comprender la importancia de esta disciplina para la sobrevivencia del País.

Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad y Director de CIS Pensamiento Estratégico

8 Comentarios

  1. Muchas felicidades por tu análisis. Solamente tengo una reflexión que debo compartirte. No podemos comparar el desempeño de la DFS con el del CISEN, porque ambas estructuras institucionales, sirvieron a México en circunstancias diferentes y en un ambiente económico, político y social distinto. Siempre se trabajó con los recursos asignados a ambas Instituciones y la verdad es demasiada la diferencia.
    Cuando gustes podemos abundar en el tema, igual conoces otra opinión al respecto.

    • Muchas gracias por su comentario. Coincido plenamente con usted que no son comparables la DFS con el CISEN. Me encantaría poder platicar al respecto. Le envío un cordial saludo. FF

  2. Totalmente de acuerdo ..un país sin esa visión no puede tener un futuro que lo lleve a evolucionar. El CISEN NO DEBE DESAPARECER.

  3. A mi me gustaría agregar que debería de ser un órgano descentralizado y que no esté a la orden del ejecutivo si no del legislativo.

    • Sería una excelente idea.

      Saludos

  4. Coincido en que no debe desaparecer el CISEN, lo que debe afinarse es la interrelación de las distintas Secretarías en cuestiones de inteligencia, definir roles. La administración de Peña identificó bien el problema pero sólo ha logrado aumentar la competencia entre ellas.

    • Muchas gracias Juan Carlos. Saludos

  5. El órgano de inteligencia civil se debe refundar, no puede seguir operando con ideologías, procesos y procedimientos heredados por la segunda guerra mundial. Es necesario reconfigurarlo y perfilar una estructuta de servidores públicos capaces de generar productos sólidos que se utilicen para resolver los grandes problemas, sustentados en análisis integrales, que señalen de causas de los problemas o identifiquen las oportunidades. En efecto el sistema de inteligencia es necesario, pero urge adaptarlo a la realidad de México y de este siglo.