Los recientes acontecimientos en los Estados Unidos, sobre el exceso de uso de fuerza de la Policía de Minneapolis en contra de George Floyd, nos recuerdan un tema de mucho interés para los análisis de inteligencia. Esto es que, la propensión de la gente a tomar las calles de forma violenta para hacerse escuchar ante un incidente que detone su enojo, está directamente relacionada con altos niveles de polarización dentro de la sociedad que se viralizan por las profundas crisis económicas y/o de inseguridad.
Hay muchas razones por las cuales las sociedades se van polarizando de forma más intensiva. Por ejemplo, a veces influyen ciertos contextos nacionales que tienen tal influencia—cómo un líder político que a través del discurso tiende a dividir— que dejan marcadas a personas y logran polarizar sus opiniones; o también contextos internacionales, como una guerra, que van creando masas críticas de opinión a favor y en contra que dividen el debate.
Adicionalmente, la polarización se va alimentando de otras variables que están presentes en la sociedad pero que muchas veces no son lo suficientemente discutidas en su relación con la inseguridad. La pobreza, el racismo, la inequidad, los abusos de poder, la violación de derechos humanos, la falta de libertad de expresión o la fragmentación política, son tan solo algunos ejemplos.
Una forma muy común de medir esas polarizaciones es en el llamado debate 2.0. Esto es en las redes sociales donde la gente opina, presenta argumentos, ofrece información—falsa o no— y que pueden utilizarse para saber las posiciones de un sector de la población.
Lo importante es que muchas de estas polarizaciones se van a canalizar de forma pacífica. La gran mayoría discutirá y se enojará y solo algunos recurrirán a la amenaza para intimidar, pero casi siempre dentro del contexto virtual. Por ello, la polarización de una sociedad no es un tema que alarme a las áreas de inteligencia. La razón es que todas las sociedades están polarizadas, por lo cual no es relevante investigar algo que de facto está presente.
Sin embargo, la polarización puede ser extremadamente importante para la inteligencia cuando se acompaña de otras variables. Las principales son: 1) si esta polarización es promovida por las élites políticas-económicas de un país; 2) si la polarización aumenta y pasa del debate 2.0 a la acción en la calle y 3) si se dan durante contextos nacionales o incluso locales de profundas crisis de seguridad y/o económicas.
Esta mezcla de ingredientes es muy explosiva para una sociedad y debe ser analizada seriamente desde la inteligencia ya que cuando esto sucede, es altamente probable que la toma de calles se vuelva violenta si ocurre un incidente que detone el enojo popular.
En el caso de México la polarización se encuentra en el debate 2.0 principalmente. No obstante, está aumentando, es promovida por las élites político-económicas y hay una profunda crisis de inseguridad y económica en el país. Pareciera que solo falta ese evento “George Floyd”—que podría ser iniciado de forma casual o intencionado—para que las cosas se desestabilicen aún más al extremo del estallido social. Lo visto el día de ayer en Jalisco pudiera ser solo un botón de muestra.
La crisis económica de México, que se venía arrastrando desde el sexenio del expresidente Peña Nieto, ha continuado durante la administración del Presidente López Obrador. Todo esto se ha agravado producto también de la crisis en salud por el Covid-19. Esta crisis económica es complicada de arreglar, sin embargo, el país tiene estabilidad macroeconómica por lo que la recuperación pudiera no presentarse tan difícil si es que se toman las decisiones pertinentes.
Quizá la más grave de solucionar, a nuestro juicio, es la crisis de seguridad que tiene el país. Es más difícil porque no se soluciona con inversiones o recortes en el gasto y porque es más profunda ya que lleva más de 2 décadas en completa degradación.
Sobre todo, es más grave dado que no se le ha ganado terreno de forma contundente a la criminalidad ni se tiene control de mayores espacios para que los ciudadanos puedan transitar y operar con mayor seguridad. Pareciera que cada espacio que gana la autoridad, la criminalidad termina arrebatando otro a la autoridad lo que al final ocasiona un empate.
Esta crisis de inseguridad es un tema de debate y una molestia común entre quienes apoyan a la administración del presidente López Obrador y los que no lo hacen. Asimismo, esto ocasiona que la gente vaya perdiendo confianza en el gobierno, se reduzca el centro de gravedad de donde se apoya el presidente y se agudice la polarización.
Por lo tanto, es altamente costoso tener una sociedad muy polarizada ya que los eventos inciden con mayor fuerza dentro de la comunidad y eso se traduce en mayor inseguridad. Los Estados Unidos lo están viviendo, y por supuesto el mal manejo de esa situación está desencadenando una crisis más grande. El gobierno de Peña Nieto también lo padeció durante la crisis por la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa que producto del mal manejo que hizo el gobierno de la crisis se polarizaron aún más las protestas.
Finalmente, resulta casi imposible estimar dónde sucederá un evento casual del tipo “George Floyd” que desencadene protestas masivas y con consecuencias graves para una sociedad y un gobierno. Por el contrario, es relativamente más fácil prever si alguien tiene la intención de provocar el evento para desestabilizar al gobierno de México porque seguramente lo haría en algún lugar que tenga un impacto para la población objetivo y procurando que fuera altamente mediático. De ser este el caso, valdría la pena iniciar el ciclo de inteligencia a la brevedad para encontrar quien tendría la intención y las capacidades de hacer algo así, sobre todo antes de que se aproveche la polarización actual para detonar protestas en la calle de forma violenta.
Agradezco los valiosos comentarios de Sebastian Eduardo Alatorre Pastor, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana.