El pasado 23 de junio, el Reino Unido, por una pequeña diferencia, votó por comenzar su proceso de salida de la Unión Europea. Esta decisión, de concretarse en los próximos años, afectará indudablemente, entre otras muchas cosas, al espacio de seguridad y justicia europeo. Un complejo sistema de seguridad que se puede entender como una red de instituciones supranacionales que apoya la seguridad de los Estados Miembro y que ha implicado un esfuerzo único que no siempre es conocido, reconocido y valorado por la población. Por ello, es importante recordar las lecciones institucionales que nos ha enseñado la Unión Europea en el campo de la seguridad durante las últimas décadas.
La seguridad, es uno de los temas más sensibles en Europa. El terrorismo internacional y, en menor medida, el crimen organizado son dos de las mayores amenazas tanto para los sistemas democráticos como para las libertades de las personas. Ante ello, y desde hace décadas, recordemos que la Unión Europea se fundó en 1993 después de un largo proceso de integración, el organismo supranacional, con el apoyo de los todavía 28 Estados Miembro, se ha dedicado a crear un sistema de seguridad representativo y respetuoso de las soberanías. Este sistema compuesto de instituciones dedicadas a la formación de servidores públicos, de inteligencia, de cooperación y de coordinación, de vigilancia y de persecución criminal, pretende hacer frente a las diversas etapas o actividades que implica la violencia terrorista y la delincuencia.
La creación de instituciones de seguridad ha conllevado el desarrollo de cientos o miles, dependiendo de como se cuente, de herramientas estratégicas, tácticas y operativas en la Unión para el uso de los Estados Miembro como: grupos de investigación y análisis, productos de inteligencia, grupos operativos conjuntos, registros y bases de datos, sistemas de comunicación seguros, entre un largo etc. Asimismo, la Unión Europea ha desarrollado cuestiones intangibles que le dan gran valor al sistema de seguridad como: la generación de conocimiento, el aprovechamiento de la experiencia, la profesionalización, el apego al marco legal, la generación de confianza y el respeto a los derechos ciudadanos y humanos, elementos hoy escasos en la mayoría de las instituciones de seguridad del planeta.
Aparte de dichos elementos, podemos encontrar avances en el campo de la seguridad como la conformación de redes de trabajo, el trabajo conjunto con el sector privado, con organizaciones de la sociedad civil, estados terceros y en el apoyo con la creación y desarrollo de estructuras de seguridad nacionales y regionales en los cinco continentes. Sin dejar a un lado la creación o sistematización de mejores prácticas, de esquemas de evaluación y de apoyo para la mejora de la seguridad de los Estados Miembro y de las demás naciones. Es, de tal forma, el sistema europeo de seguridad, un esfuerzo de última generación que ayuda a mejorar la seguridad en las naciones, en la región y por lo tanto en todo el planeta.
Ahora bien, en general, lo desarrollado en el campo de la seguridad europea, que es poco conocido por la población, sin duda se verá afectado por el Brexit. La pérdida de la participación del Reino Unido será un golpe para la Unión, no solamente el Reino dejará de tener acceso directo a las diversas herramientas comentadas, sino que también dejarán de ser, las dos partes, aliadas estratégicas en la lucha contra las actividades terroristas y criminales. El cálculo específico de la perdida, tanto humana, tecnológica y financiera, se verá con el tiempo y en los dos años que restan de negociación para la salida del Reino donde, inclusive, se podría observar una modificación del esquema de cooperación, es, por lo tanto un momento de incertidumbre.
En este ambiente incierto, algo que no podemos de olvidar es que los instrumentos de cooperación en la Unión Europea, en el espacio de seguridad y justicia, no anulan la cooperación bilateral o multilateral entre los países. De tal forma que el Reino Unido y los Estados Miembro podrán seguir cooperando entre ellos, e inclusive, dependiendo de los acuerdos a los que llegue el Reino con la Unión, existe la posibilidad de que el Reino sea parte, ahora en calidad de socio, de algunas de las instituciones de seguridad europeas, con lo cual no se pierde del todo la colaboración y cooperación en materia de seguridad.
Independientemente de los resultados que veremos de las negociaciones ante la salida del Reino Unido, hay por lo menos una cuestión que debe ser analizada profundamente por la Unión Europea y sus Miembros: la población, en general, en su vida diaria es ajena a la Unión Europea. Esta realidad, indiscutible, es uno de los temas que se tiene que ponderar en este momento, ya que en cierta forma, el desconocimiento y desinterés ciudadano por la Unión ha sido la base del Brexit y de los movimientos euroescépticos y anti integración.
Ante esto, uno de los mayores retos de la Unión responde a una cuestión difícil de modificar: el modelo institucional de la Unión, caracterizado por la complejidad, su variedad, lentitud y, en apariencia, ajeno a la vida cotidiana de las personas. Marca la pauta para la implementación de medidas regionales en el medio local, conforme a un sistema de toma de decisiones sesgado en cuanto a las opiniones de todos los afectados y en donde la participación de la sociedad es menor a la que se puede tener a nivel nacional, lo cual, sin duda, ha afectado la legitimidad del sistema de toma de decisiones de la Unión Europea.
En el campo de la seguridad, este desconocimiento y desinterés de lo que se ha desarrollado a nivel europeo es mayor y aún más complicado de solucionar. La secrecía y confidencialidad, característica nodal de la seguridad, impide que exista un diálogo abierto y transparente con la población, lo que deriva a un desconocimiento de lo que se hace y de sus resultados, permitiendo así una valoración sin fundamentos del trabajo de la Unión. Por ello, en el mejor de los casos, es común encontrar una opinión sobre la seguridad europea que no pasa de la bondad de cooperar con otras naciones, que vale decir, es ya un avance que no se ve en otras latitudes, pero que es insuficiente para sostener un sistema de seguridad regional.
Una cuestión importante para valorar en esta coyuntura es lo que hasta el momento nos ha dejado la Unión Europea en materia de seguridad. Uno de los temas que mayor interés puede despertar es la modificación de paradigmas en este campo, mismos que hoy en día no han cambiado mucho en el resto del planeta y que suelen definir a las instituciones. Entre ellos se pueden resaltar: 1) no se puede cooperar. Se puede, entre 28 naciones, con cientos de instituciones estatales civiles, militares y de inteligencia, actores privados, académicos y todo aquello que puede aportar a la seguridad; 2) todo es secreto. No todo, o por lo menos no todo lo estratégico, ni lo técnico y lo operativo sí, pero solamente por un tiempo; 3) el funcionario es dueño de la información. No, la información es de las instituciones y pueden compartirse casi libremente entre ellas; y 4) el ciudadano es un enemigo. No, es un aliado y puede volverse el centro y receptor de las funciones de las instituciones.
Asimismo, también existen lecciones que el sistema de seguridad europeo ha dejado; tales como: a) la confianza se genera y conserva con el trabajo diario; b) las reglas claras y precisas ayudan a los funcionarios a hacer su trabajo ya que la institucionalización da mejores resultados que la informalidad; c) es necesario dar a conocer lo que se hace para subsistir; d) de la legitimidad depende la existencia de las instituciones de seguridad; y f), posiblemente la de mayor importancia, se puede dar seguridad con apego al estado de derecho, sin violar los derechos humanos y en equilibrio, para algunos precario, con las libertades ciudadanas.
Todas estas lecciones, algunas más perfeccionadas que otras, son algunos de los logros de la Unión Europea en materia de seguridad alcanzados durante las últimas décadas; en un continente con culturas e idiomas distintos, en donde la violencia no es extraña, donde hay claros diferendos ciudadanos, pugnas económicas y odios desde hace décadas. Aparte de la existencia de diferentes soberanías y jurisdicciones específicas, modelos de seguridad, culturas administrativas y niveles de capacitación que definen los cientos de instituciones de seguridad que conforman el sistema de seguridad Europeo.
Afortunada y paradójicamente, la integración, dependiendo del proceso y resultado de la negociación entre el Reino Unido y la Unión Europea, puede verse reforzada. Pues, para los ciudadanos durante la discusión se podría ampliar el conocimiento sobre lo que hace la Unión y sus beneficios, haciendo evidente el costo que pagará el Reino y que podría ser tan alto que finalmente no implique un rompimiento como el que imaginamos, sino un rediseño de acuerdos conforme a nuevas realidades.
Con el tiempo veremos en que acaba el Brexit. Sin embargo, algo que podemos decir es que en el campo de la seguridad los 27 Estados Miembro que quedarán en la Unión Europea, seguirán siendo beneficiarios de una experiencia única en el planeta, que continuará enfrentando el reto de apoyarlos día a día en la lucha contra dos de las mayores amenazas a la libertad y seguridad de las personas, el terrorismo y el crimen organizado.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez.