Leyendo el libro On Grand Strategy de John Lewis Gaddis me encontré con el ensayo de 1953 del filósofo Isaiah Berlín sobre El Erizo y el Zorro. Un análisis excepcional que ayuda a explicar a dos clases de personas. “Los erizos simplifican la complejidad del mundo y reúnen su diversidad en una única idea; los zorros, por otra parte, son incapaces de reducir el mundo a una sola idea y están constantemente moviéndose entre una inmensa variedad de ideas y de experiencias.”
Ya sea que las personas sean zorros o erizos, para ambas existen ventajas y desventajas. Frente a los ataques del adversario, el zorro tiene una desventaja ya que puede verse confundido por la cantidad de tácticas que conoce para defenderse pero que lo hacen dudar sobre cuál debería elegir y por consiguiente pierde tiempo para lograr su sobrevivencia. Por su parte, el erizo no tiene ese problema, solo conoce una sola idea para defenderse que es utilizar sus púas y la cual implementa inmediatamente independientemente de si es un problema chico, mediano o enorme.
Sin embargo, en la predicción del futuro las cosas son distintas. El erizo no puede prevenir los escenarios futuros porque solo implementa un único planteamiento que da sentido y relevancia a todo lo que hace y dice. El zorro, por su parte, si puede prevenir porque tiene capacidad de razonar; es más, dado que conoce diversas opciones se da cuenta que hay cosas que funcionan más que otras y al ejercer la autocrítica puede aprender de experiencias fallidas pasadas.
Es cierto que el tiempo de vida entre un zorro y un erizo no es un factor determinante. De hecho, en la naturaleza la existencia de ambos no pasa de los 4 o 5 años. Sin embargo, el legado que dejarán si es relevante. Mientras que el erizo no hereda conocimiento nuevo, el zorro puede transmitir sus lecciones aprendidas del relacionamiento con su entorno que permitan a generaciones futuras adquirir nuevo conocimiento sobre cómo mejorar las posibilidades de sobrevivencia a partir de una experiencia determinada.
El presidente López Obrador es un erizo. Su comportamiento en política interna y exterior se reduce a un puñado de ideas centrales. El presidente Biden, por su parte, es un zorro. Su gobierno hace defensa de diversos intereses nacionales lo mismo frente a México que frente a China, mientras que gran parde de la administración del presidente mexicano ejerce el poder para imponer la idea de su líder.
En el entorno internacional se percibió la actitud del presidente López Obrador con la Cumbre de las Américas como la de un clásico erizo. Frente a la oportunidad de acudir a la segunda ciudad con más mexicanos en el mundo, para entre otras cosas, defender un interés mexicano muy importante que es su comunidad en los Estados Unidos y todo lo que ello implica en términos sociales, políticos y económicos, decidió defender a Cuba, Nicaragua y Venezuela y a cambio de nada para México. Incluso Nicaragua respondió el gesto mexicano del “discurso unificador latinoamericano” permitiendo el ingreso de tropas rusas a territorio nicaragüense para tensar peligrosamente a la región.
Sin embargo, el problema es mucho más complejo. La relación de México y los Estados Unidos es clave en aspectos migratorios, de seguridad y económicos, por lo cual no resulta inteligente reducirla a una postura capital. Las respuestas a una relación compleja no se encuentran en los dogmas de los erizos, sino en la implementación de un abanico de opciones robustas que permita responder de forma escalonada.
Por ejemplo, es un riesgo para México que el Congreso norteamericano busque considerar a las organizaciones del crimen organizado mexicanas como grupos terroristas, algo que puede ser posible si los republicanos logran la mayoría en las elecciones del próximo noviembre. Por ello, valdría la pena preguntarse si frente a la defensa de un interés mexicano vital, como es la soberanía, qué será más útil ¿ser zorro o erizo?
Recomendación estratégica: Esquivar la autocrítica, desdeñar las objeciones de los demás, desplegar explicaciones agresivas y hacer gala de una impaciencia erizada de púas con los que no lo entienden no permite conducir una relación con los norteamericanos. Si bien eso tiene eco con un sector aislado, no guarda relación coherente con lo que en última instancia ocurre en la realidad y con los intereses mexicanos que deben ser protegidos a partir de un abanico de opciones políticas.