La invasión del gobierno ruso a Ucrania plantea el primer conflicto del siglo que hace recordar la bipolaridad y pone en ciernes lo que podría llamarse la III Guerra Mundial. Las acciones militares rusas, los apoyos recibidos por Ucrania por algunas democracias occidentales y la neutralidad China, hace que la invasión y su escalada tenga repercusiones globales de graves consecuencias para México.
México es, hasta el momento, un país pacifista con capacidades militares limitadas para enfrentar amenazas y retos internos. No es un país que ponga en riesgo a otras naciones por lo que es impensable su participación militar en lo que bien podría configurarse como la III Guerra Mundial. Por lo menos, no de una forma convencional, con el envió de armas y tropas fuera del esquema de los ejércitos de pacificación de la Organización de las Naciones Unidas.
Esta vocación pacifista no implica que, en caso de guerra, México pudiera continuar con el discurso de neutralidad que fue medianamente funcional hasta el siglo pasado. Su posición geopolítica, las nuevas formas de combate y la globalización e interdependencia, hacen que el territorio mexicano, a diferencia de otros, sea uno más de los codiciados espacios de batalla; ante ello, es pertinente preguntarse qué tanto la Nación se encuentra preparada para una guerra de escala mundial.
En caso de que los Estados Unidos sean parte de una guerra mundial, nuestro país, por vecindad y relación estratégica, se vuelve un actor relevante. El intercambio comercial, suministro de recursos naturales, de materias primas e inclusive de insumos de la industria militar harían de México un blanco natural para el adversario. El ataque a las instalaciones estratégicas o críticas, así como la interrupción de las cadenas de suministro mexicanas podrían afectar severamente la respuesta militar de los Estados Unidos de América durante el conflicto.
En este mismo sentido, México, al igual que Canadá, se convertirían en una plataforma de ataque o sabotaje ideal para afectar a los Estados Unidos. Particularmente las dificultades para controlar los movimientos de bienes y personas, así como la existencia de grupos anti-estadunidenses mexicanos, podrían facilitar ataques con armas convencionales o no convencionales que distraigan la respuesta militar, minen la moral norteamericana y presionen respuestas desproporcionadas en contra de los principios de las democracias occidentales.
Ahora bien, independientemente de las partes en conflicto y el sentido de apoyo de México, una III Guerra Mundial implicaría enfrentamientos en diversos campos de batalla, entre ellos, los informáticos. México, como la 17a economía mundial, puede presentarse como objetivo de ataques cibernéticos que dañen los sistemas financieros globales, creen conflictos internos, suspendan servicios y presionen al gobierno a actuar a favor de uno de los bandos, entre otros.
También, México, al componerse por una población heterogénea, con valores y prácticas diversas, bien podría ser aprovechado para la radicalización y con ello extender al territorio mexicano el conflicto, que bien podría ser estimulado por los grupos criminales organizados y los sociales armados, con capacidad de desestabilizar al gobierno, distraer a la comunidad internacional o impactar en la moral de alguno de los bandos en disputa.
México, en conflicto anteriores se ha caracterizado por ser un centro de espionaje global y actualmente es un foco estratégico criminal. Esta condición podría ser aprovechada por actores no estatales para debilitar a alguna de las partes en conflicto, perjudicar a nuestra nación y aprovechar el territorio mexicano para beneficiarse de las múltiples actividades ilegales que acompañan las guerras.
En el caso de que México lograse mantenerse ajeno al conflicto, ante la globalización e interdependencia, tendría serias dificultades para controlar las consecuencias económicas y sociales. Difícilmente podría aprovechar las oportunidades del conflicto y sacar provecho para la mejora, o al menos para sostener los actuales niveles de desarrollo y evitar una crisis que dificultaría la gobernabilidad y el desarrollo del país.
La posible III Guerra Mundial, abre la posibilidad del resurgimiento de viejos miedos que son difíciles de comprender y asimilar en un planeta completamente diferente al de las guerras anteriores. La amenaza nuclear parece haber quedado en el pasado y las nuevas formas de ataque y defensa tienen la potencialidad de afectar a la población mundial, de formas que hasta ahora desconocemos.
Después de alrededor de tres décadas de paz, de la guerra contra el terrorismo y la pandemia, aparece una nueva amenaza que recuerda que en cualquier momento puede presentarse un conflicto militar de proporciones mundiales. México, pese a su posición geopolítica privilegiada puede hacer poco en una guerra más allá de hacer llamados en organismos internacionales. Los controles débiles internos y altos niveles de criminalidad y de violencia en el país bien pueden, con los incentivos adecuados y en beneficio de alguna de las partes en conflicto, constituirse como amenazas internas y externas.
Recomendación estratégica: La 4a Transformación debería robustecer el sistema de información e inteligencia Nacional para conocer y en su caso neutralizar las amenazas que puedan constituirse conforme la invasión a Ucrania continúa. El país debe tener claridad de quienes son los aliados y socios estratégicos para actuar con celeridad y apoyo, identificar las vulnerabilidades nacionales y estimular la respuesta y unión nacional, para constituirse como parte de la solución y no conformarse como un problema generador de un escenario aún más complejo tanto respecto al conflicto europeo, como al interior del país.
Último momento: Continúa la epidemia de homicidios de mujeres sin que las autoridades generen una respuesta adecuada. Es urgente castigar a los homicidas y modificar la cultura y los valores nacionales violentos y machistas que las están matando.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT en El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan