Los atentados terroristas ocurridos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, definieron la seguridad a nivel mundial de los últimos veinte años. La amenaza terrorista, el asunto global de mayor relevancia para las democracias durante este tiempo, sin contar la reciente pandemia por COVID-19, marcó una nueva era global, con impactos en todas las esferas humanas. Con la caída de la primera torre del World Trade Center a las 9:59 am de aquel martes se dio comienzo a una guerra global contra el terrorismo de la cual podemos extraer las siguientes 10 lecciones.
Primera: la seguridad es un asunto global. Los atentados terminaron con las dudas sobre el carácter trasnacional y deslocalizado de la amenaza terrorista. Desde aquel día, quedó claro que desde lugares remotos se puede causar altos niveles de destrucción y violencia, que la cooperación, coordinación y acción conjunta son las herramientas claves para que la comunidad internacional enfrente a este tipo de amenazas. También, que las instituciones tienen que reformarse para adaptarse contantemente a las nuevas y cambiantes situaciones transfronterizas de riesgo y amenaza a la Seguridad Nacional y la vida de las personas.
Segunda: el terrorismo es un riesgo para cualquier persona en cualquier lugar. Las naciones democráticas liberales con poblaciones apóstatas e intereses económicos anglosajones o europeos han tenido que extremar precauciones ante la amenaza terrorista para evitar ataques en sus territorios. Las personas con vidas ajenas a las visiones radicales no están exentas de ser víctimas de un ataque terrorista, al igual que cualquier nación que sea socia o amiga de las que representan la democracia y libertad. Ello ha deslocalizado los blancos y socializado su simbolismo ampliando las posibilidades de ataques de diferentes magnitudes, como se ha visto en los realizados en Alemania (Berlín, 2017); España (Madrid, 2004 o Barcelona 2017); Estados Unidos (El Paso, 2019, Orlando 2016 o Boston 2013); Francia (París 2015 o Niza, 2020); y Noruega (2011).
Tercera: la violencia se extiende. La violencia terrorista se volvió un asunto, no solo de organizaciones y células, sino también de redes e individuos auto radicalizados que conforme a diferentes capacidades han realizado ataques terroristas. La radicalización de las personas y adhesión a las ideologías que sustentan la violencia se globalizó con ayuda del avance en las comunicaciones principalmente, eliminando las delimitaciones geográficas que la caracterizaban. Las consecuencias directas del terrorismo se encuentran presentes en los cinco continentes y son una amenaza para países que antes no presentaban este tipo de violencia. En 163 países se han presentado la violencia terrorista los grandes atentados con explosivos y hasta los ataques con armas punzocortantes presentados, la cual también ha sido adoptada por otro tipo de organizaciones criminales, como las mexicanas.
Cuarta: las audiencias se saturan y normalizan la violencia terrorista. Las audiencias han perdido interés en las pasadas dos décadas en la violencia terrorista. Después de su presentación sistemica y adaptada a los diversos esquemas de comunicación a nivel global se presentó una saturación y normalización. Los grandes o pequeños atentados compiten por la atención de otros hechos de violencia que afectan a las comunidades. La capacidad de innovación violenta cautiva a las audiencias a la misma velocidad que se pierden, de tal forma que el terrorismo ha sido superado por el interés de la situación económica, ambiental y política, local, nacional e internacional, como bien lo muestra el Eurobarómetro.
Quina: revaloración del territorio. La amenaza terrorista busca el control territorial para ampliar su influencia y suplantar al Estado como sucedió con el autodenominado Estados Islámico; la captura de la mente de las personas propia de los primeros años de Al Qaeda evolucionó al tradicional control territorial. La presencia de fuerzas militares internacionales ha sido insuficiente para contener el terrorismo, la construcción de instituciones democráticas, un reto mayor hasta el momento, ha sido obstaculizada por las complejas relaciones e intereses, locales e internacionales, geoestratégicos, económicos, políticos, sociales y religiosos, que han ahuyentado a las fuerzas internacionales y dejado la lucha como un asunto local como es el caso actual de Afganistán.
Sexta: el terrorismo disminuyó. Diversas organizaciones terroristas depusieron las armas y comenzaron negociaciones en estas dos décadas. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y País Vasco y Libertad (ETA) se encuentran en procesos de plena disolución negociada, mientras que otras organizaciones débiles o en declive se fusionaron con otras con mayores posibilidades de subsistencia, como sucedió con el desaparecido Grupo Islámico Armado (GIA) que se integró a Al Qaeda. El membrete terrorista se modificó, perdió el misticismo del liberador social, para convertirse en un adjetivo claramente negativo y lejano a las visiones romántica que le dieron nacimiento a principios del siglo pasado.
Séptima: la inteligencia es la clave. El trabajo de las instituciones de inteligencia es primordial para enfrentar la amenaza terrorista. Pese a las dificultades existentes para convencer a los tomadores de decisiones de utilizar datos y evidencia, es la única herramienta que se tiene para prevenir contener y perseguir las actividades terroristas. Intervenir a las organizaciones, tanto criminales como terroristas, así como a sus ecosistemas para modificar los escenarios y prevenir los actos de violencia y destrucción se ha planteado como un elemento esencial para enfrentar la amenaza terrorista. En cada investigación de atentados, desde el del 11 de septiembre de 2001 hasta el de Washington de este año en Contra del Congreso, se hace hincapié en ello.
Octava: las tecnologías son indispensables. La actividad terrorista se ha aprovechado del desarrollo tecnológico para ampliar sus capacidades; de igual forma, algunos gobiernos las han integrado en las políticas antiterroristas. Las comunicaciones e intercambios humanos se han facilitado y ayudado a mejorar las herramientas para perseguir y prevenir la actividad terrorista, superando barreras y modificando los paradigmas de la lucha, con lo evidencian los sistemas de espionaje masivo como el Prism para monitorear grandes cantidades de información o los vehículos aéreos no tripulados que permiten la acción militar a distancia. A la par, los terroristas han ampliado sus medios y blancos de ataque, creando o aumentando el miedo a sus acciones. El uso de las plataformas de redes sociales y servicios de comunicación encriptada entre miembros de Al Qaeda o el autodenominado Estados Islámico, así como con vehículos aéreos no tripulados con cargas explosivas les han permitido actuar en diferentes escenarios.
Novena: libertad vs seguridad. El debate actual de libertad y seguridad, por más que se quiera equilibrar en las democracias occidentales, continúa. Los modelos de seguridad occidentales tienen serias dificultades para respetar las libertades, ejemplo de ello es la permanencia de la prisión para presuntos terrorista de Estados Unidos en Guantánamo en Cuba. Las visiones liberales no han ganado la batalla al pensamiento conservador vinculado con el eficiente uso de fuerzas, de la restricción de derechos y de la cancelación de las libertades ciudadanas, propios de las democracias occidentales.
Décima: ninguna nación está exenta del terrorismo. El terrorismo es un arma atractiva para quienes piensan en utilizar la violencia como medio para dar a conocer a las audiencias globales sus demandas. Continúa siendo la táctica de los débiles en contra de los fuertes; su imprevisibilidad y las diferentes formas de destrucción y daño la hacen efectiva para atraer a las audiencias. Cualquier sociedad puede vivir procesos de radicalización que lleven a la violencia, a la fecha 163 de los 191 países han sido víctimas de ataques. Las demandas políticas de la derecha, izquierda, ambientalistas, supremacistas o religiosas pueden desencadenar, a grandes velocidades y en cortos periodos de tiempo, el inicio de fenómenos terroristas.
Recomendación estratégica: El terrorismo, a de dos décadas de aquellos atentados, continúa siendo una amenaza a la seguridad. Cualquier demanda política o social puede ser utilizada para iniciar una actividad terrorista. Los cinco continentes han sido blanco de este tipo de violencia, que no parece cesar sino reinventarse para seguir aprovechando la polarización y miedo con el objetivo de imponer sus creencias a nivel local e influir a nivel internacional. Las instituciones de seguridad e inteligencia continúan con reducidas herramientas democráticas para hacer frente a este tipo de violencia. El miedo social y las limitaciones estructurales gubernamentales para enfrentar fenómenos glocales impiden el uso de estrategias tradicionales para luchar integralmente en contra de la violencia y los extensos ecosistemas que la alimentan. Pocos elementos hay para ser optimistas en las próximas décadas, el aumento de este tipo de violencia para ejercer presión sobre una diversidad mayor de demandas e ideologías es altamente probable.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan