Las amenazas a la seguridad, durante las dos primeras décadas de este siglo, han demostrado la necesidad de establecer mecanismos de cooperación internacional en materia de inteligencia. Tradicionalmente, la información y la inteligencia suelen ser parte central para la toma de decisiones gubernamentales; por lo que son consideradas secretas y son resguardadas con el mayor recelo.
La confidencialidad de la inteligencia y su manejo secreto entre las instituciones gubernamentales de seguridad y la renuencia a compartirla entre ellas dificulta seriamente la capacidad de respuesta a las amenazas, la prevención, la anticipación y su neutralización con el menor daño a las naciones y sus ciudadanos. Las características transnacionales o internacionales de las amenazas y retos han obligado a las instituciones de inteligencia a crear comunidades confiables en las que se puede compartir con toda seguridad los diversos productos de inteligencia.
Los cinco ojos, five eyes en inglés o FVEY por sus siglas, es posiblemente el mejor ejemplo de la forma en que se puede estructurar un sistema para compartir inteligencia entre naciones. La alianza FVEY, públicamente conocida por las filtraciones de documentos de ex contratista de la Agencia Nacional de Inteligencia (NAS) de Estados Unidos, Edward Snowden, se estableció en 1946 con el objetivo de facilitar las comunicaciones de inteligencia entre los miembros para enfrentar las amenazas a la seguridad con el acceso a productos secretos derivados de la intercepción de comunicaciones, de gobiernos extranjeros o personas, de valor militar, político o económico para alguna de las cinco naciones que la conforman.
Los más de 70 años de la alianza han permitido a la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) de Estados Unidos, al Cuartel Central de Comunicaciones Gubernamentales (GCHQ) británico, al Centro de Seguridad de las Telecomunicaciones (CSEC) canadiense; la Dirección de Señales de Defensa (DSD) australiana y a la Oficina de Seguridad de las Comunicaciones Gubernamentales (GCSB) de Nueva Zelanda compartir la inteligencia de comunicaciones que producen y de la que también se beneficiarán los servicios de inteligencia Japoneses, en un futuro cercano.
La inteligencia de comunicaciones, de la que se benefician los socios de la alianza, es la que se produce con la información recopilada de las comunicaciones entre individuos que es catalogada como inteligencia de señales o SIGINT. Esta implica el uso de sistemas criptográficos y sistemas informáticos, así como el manejo de grandes cantidades de información sobre las diversas amenazas recopilada de internet, las redes telefónicas y los sistemas satelitales.
La existencia de esta alianza y sus capacidades para interceptar comunicaciones a nivel global; así como, para asegurar la inteligencia que de ellas se desprende, es materia de preocupación de gobiernos y de ciudadanos, principalmente por el posible uso de instrumentos ilegales para la obtención de la información y así generar inteligencia. Sin embargo, sus beneficios han sido tales que se presume su diversificación a 41 instituciones internacionales y nacionales que participan en FVEY con diferentes capacidades; entre ellas la Alianza de Tratado de Atlántico Norte (OTAN), Singapur o Corea del Sur, según los documentos filtrados por Snowden.
La existencia de la alianza durante más de medio siglo se explica por las relaciones de confianza desarrolladas entre las instituciones de inteligencia que la conforman. Esta confianza, posiblemente el elemento de mayor valor para los funcionarios, suele ser un elemento indispensable en los mecanismos de cooperación internacional, en donde los fallos o errores implican consecuencias que difícilmente pasan desapercibidas y que por lo tanto son castigadas. La confianza se sustenta en la profesionalización de las instituciones de seguridad participantes, las cuáles demuestran su capacidad para producir información e inteligencia útil; dar seguridad y certeza sobre su contenido; resguardarla con secrecía y utilizarla conforme a las normas que rigen las relaciones y acuerdos de colaboración entre ellas.
Pocas son las instituciones y áreas gubernamentales pueden presumir ser confiables. Actualmente, con las facilidades tecnológicas para intervenir las comunicaciones y la reducción de los costos económicos, se ha dificultado crear y, sobre todo, preservar la confianza generada, en un sector basado históricamente en el paradigma de la desconfianza y por lo tanto la secrecía. De tal forma que la FVEY es un ejemplo que desmitifica la imposibilidad de compartir inteligencia de comunicaciones entre diferentes actores durante largos periodos, razón que suele ser utilizada por funcionarios para continuar con modelos insulares de inteligencia que en poco ayudan a la preservación de su seguridad, la de sus aliados y de la sociedad internacional en general.
Recomendación estratégica: La inteligencia de comunicaciones, pese a ser considerada un asunto de seguridad nacional y por lo tanto secreta, puede, bajo ciertas circunstancias, ser compartida no sólo entre instituciones militares y civiles de un país, sino también con las de los socios estratégicos en materia de seguridad. La lucha contra las amenazas, su diversidad y transnacionalismo, hace prácticamente imposible a una nación desarrollar las capacidades suficientes para hacerles frente por si misma, ante ello, existe una clara necesidad de asociarse entre naciones, organizaciones internacionales e inclusive con el sector privado para hacerles frente a partir del desarrollo de esquemas de confianza que trasciendan en el tiempo y que creen canales institucionales de colaboración que ayude a los gobiernos a asegurar a los Estados; ante ello, desarrollar instituciones de inteligencia capaces y profesionales es imperativo par las naciones.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan