El Diputado Porfirio Muñoz Ledo exponía, a través de su cuenta de Twitter, que las declaraciones que hizo Javier Alatorre, del noticiero de TV Azteca, para que no se acataran a las disposiciones del Consejo de Salubridad, era un llamado a la desobediencia civil.
El tema de la desobediencia civil, producto del confinamiento de la sociedad, es muy relevante. Sobre todo, desde el punto de vista de la inteligencia esta situación invita a abrir una serie de interrogantes con miras a reducir el riesgo en dado caso de que suceda.
Proponemos tres preguntas centrales para abordarlo.
- ¿Es posible que haya desobediencia civil producto del confinamiento?
En términos simples, la desobediencia civil se refiere a una protesta colectiva que rechaza las normas (temporales o permanentes) que se han establecido por un gobierno. Esa protesta puede darse contra gobiernos autoritarios o también en sistemas democráticos en rechazo el estado de derecho impuesto por la autoridad. John Rawls y Jürgen Habermas han escrito ampliamente sobre el tema.
La desobediencia civil aparece cuando los intereses o demandas de la sociedad no son considerados por el propio sistema político. Lo importante es que no depende enteramente de la madurez de un sistema político o la popularidad de un presidente.
Por lo tanto, la respuesta para el caso de México es que si pudiera suceder la desobediencia civil. Esta hipótesis se ve favorecida por los altos niveles de polarización política que existen recientemente, y que permiten que sectores de la sociedad consideren que las medidas del gobierno están afectando sus derechos.
- ¿Cuándo aparecería la desobediencia social?
No hay una receta mágica que haga que aparezca la desobediencia civil. Sin embargo, el ciclo de inteligencia debe activarse tomando en cuenta dos posibles focos que la pueden originar.
El primer foco es la inspiración. Muchos movimientos sociales son producto de la copia de otras acciones colectivas que suceden en diferentes lugares. Es decir, que lo hecho en otro país o ciudad puede inspirar a algunos para organizar y motivar la desobediencia civil.
En consecuencia, la inteligencia tendrá que monitorear las tendencias de lo que sucede en escenarios como la CDMX, Monterrey y Guadalajara que generalmente son foros que se replican a nivel nacional. No obstante, no se debe perder de vista también lo que sucede internacionalmente por ejemplo en Estados Unidos, Chile, España y Francia con respecto a los temas de movilizaciones en rechazo al confinamiento social.
El segundo foco es el contagio. Esto sucede cuando algún líder, o sectores empiezan a convocar a otros, primero de forma cerrada pero después totalmente abierta, a la desobediencia civil organizada y el movimiento empieza a crecer. Este tipo de llamados pueden aprovecharse de la psicosis que genera el encierro, la desinformación, las malas políticas gubernamentales implementadas, etcétera, para que la gente se contagie rápidamente de la idea de salir y tomar la calle.
Obviamente la recolección de información de inteligencia que se realice por fuentes abiertas será clave para poder comprender las tendencias que conduzcan a este tipo de acciones y en su caso, mitigarlas.
3. ¿La desobediencia sería pacífica o violenta?
La desobediencia civil generalmente es no violenta, sin embargo, no está exenta de que se den enfrentamientos fuertes con la autoridad o que un mal manejo por parte del gobierno pueda provocar la radicalización de esos movimientos.
El problema con México es que se considera uno de los países más armados del mundo lo que implica que es muy alta la probabilidad de que una resistencia civil organizada pueda verse alimentada a través de las armas. De acuerdo con Small Arms Survey, México es la séptima sociedad con más armas en circulación, es decir cuenta con poco más de 16 millones de armas donde el 70% de esas armas se estima están en manos de civiles y tan solo 3 millones del total están registradas.
Sin embargo, también es cierto que pueden existir otras tácticas de resistencia en la desobediencia civil (además de la armada) y que la inteligencia tendrá que estimar cuál sea más probable de ocurrir. Por ejemplo, puede haber solamente una desobediencia civil que no se confronte violentamente con la autoridad donde simplemente se limite a exigir de forma pacífica (toma de calles, huelgas, cierres simbólicos, etcétera) a que la autoridad actúe de forma distinta frente a la problemática del Covid-19.
Cabe mencionar que la posibilidad de que existan desobediencias violentas o no violentas depende, entre otras cosas, de los objetivos que persigan y la forma de responder de un gobierno ante ellas.
Por ejemplo, existen desobediencias motivadas por objetivos sociales. Éstas suelen ser rápidas para organizarse y generalmente buscan apoderarse del espacio público. El gobierno del presidente López Obrador puede tener una ventaja frente a estas desobediencias ya que suele entender bien el pulso de esos movimientos y eso ayudaría a dar respuestas para calmarlos de forma más rápida.
También existen resistencias motivadas por intereses económicos que suelen ser más lentas para organizarse, pero más efectivas y generalmente no se apoderan del espacio público. Este tipo de acciones generalmente se llevan a cabo a través de la utilización de medios de comunicación, universidades, redes sociales etcétera. El problema es que el presidente tiene una gran desventaja frente a este tipo de desobediencias debido a que ha mostrado poco tacto político para dialogar con estos sectores lo que los puede radicalizar más rápido. Esto puede hacer que esas resistencias sean más duraderas.
Por último, están las desobediencias motivadas políticamente, es decir, aquellas que no solo buscan rechazar las medidas establecidas por un gobierno, sino que buscan un cambio en las relaciones de poder establecidas. Estas también son lentas para organizarse, pero altamente efectivas si el gobierno hace un mal manejo de control de crisis. Esto es que, si cae en la provocación de la violencia, puede generar motivos para que el movimiento crezca y pase de ser una manifestación no violenta a una que si lo sea y que pueda alcanzar los objetivos políticos que persigue. Este tipo de protestas son más difíciles de contener en el corto plazo.
En conclusión, estará en manos de la inteligencia el poder anticiparse a la posibilidad de que la desobediencia ocurra o no. Sin embargo, una vez que aparezcan estas desobediencias, dependerá de las respuestas que el presidente Lopez Obrador de a esas crisis para saber si podrán ser violentas o no.
* Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad y Director de CIS Pensamiento Estratégico.
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