El dilema de la 4T en la construcción de instituciones de seguridad

El dilema de la 4T en la construcción de instituciones de seguridad

La reforma policial en México continúa esperando tiempos mejores. Pese al impulso de la 4T para instaurar un nuevo modelo de policía basado en inteligencia y de las reflexiones a nivel internacional sobre el uso de la fuerza y la función de los policías, principalmente a raíz del homicidio del afroamericano George Floyd en Estados Unidos, todo indica que poco se avanzará en la construcción de las instituciones policiales que necesita el país. La realidad mexicana en seguridad se puede establecer en dos grandes retos: el primero es el de la delincuencia común y el segundo la criminalidad organizada, local, nacional o transnacional y violenta. Estos dos, por más intersecciones que presenten y su nada despreciable mutua alimentación, se comportan y tienen capacidades muy diferentes para dañar a las personas y sus bienes; utilizar la violencia; penetrar el sector político, social y económico; y expandirse territorialmente. Para las instituciones del Estado, estos dos retos implican el desarrollo de una amplia variedad de estrategias y acciones encaminadas a enfrentar los múltiples y extensos factores que crean, facilitan e incentivan la violación de la ley. Estas estrategias, tanto preventivas como reactivas; basadas en buenas prácticas y evidencia; ya sean civiles o militares; con participación de la sociedad civil, financiamiento del sector privado y agencias internacional o sin ellos, crean un espectro variado de acciones gubernamentales, en los tres niveles de gobierno, generalmente inconexas, temporales y en competencia. El establecimiento de un modelo nacional de policía parece ser la propuesta de la 4T para ordenar y estructurar la respuesta estatal hacia la criminalidad. Este esfuerzo, posiblemente sexenal, podría llegar a ayudar a...