¿Qué es la inteligencia? Durante años ha habido un debate sobre en qué consiste la disciplina de inteligencia. Algunos estudiosos y practicantes de este tema argumentan que la inteligencia es un tipo de información y otros consideran que es un tipo de actividad, otros más la quieren definir por los productos que genera y otros por su naturaleza secreta. La realidad es que aun hoy en día no hay una definición comúnmente aceptada. Sin embargo creemos que todos tienen razón, es decir, la inteligencia en tiempos modernos se podría definir a partir de la suma de varias cosas. En esencia es un tipo de actividad que se realiza de forma cotidiana en ciertas organizaciones, con personas capacitadas para ello que trabajan con información especializada que es recolectada, analizada y entregada en productos específicos, siguiendo un método particular.
Además del problema de la definición, también existe mucho debate sobre si ésta es una actividad exclusiva del Estado. Independientemente de poder profundizar este tema en otra ocasión, la realidad es que la inteligencia es llevada a cabo tanto por organizaciones del sector público como del privado. Por años algunas empresas nacionales e internacionales han desarrollado áreas de inteligencia comercial, de inteligencia estratégica, de investigación de mercados o de inteligencia financiera. Lo importante de todo esto es que al popularizase estas áreas en el sector privado han logrado mejorar algunas de las técnicas utilizadas por los propios servicios de inteligencia del Estado.
Ahora bien, las razones por las cuales las áreas de inteligencia han venido a tomar relevancia para las organizaciones públicas y privadas son muy similares entre sí. En primer lugar les son muy útiles debido a que apoyan la toma de decisiones de los líderes de la organización proveyéndoles de: información sobre prevención de riesgos e identificación de oportunidades o conocimiento sobre las capacidades, recursos e intenciones de los adversarios. Por otra parte estas áreas también son útiles porque apoyan las operaciones diarias de las organizaciones ofreciendo información sobre: el desempeño del negocio en el terreno de operaciones, el comportamiento y las actividades que están llevando acabo los competidores, el seguimiento y control de las actividades de productos, bienes, servicios y personas, entre otros.
Así mismo, las áreas de inteligencia también tienen otra característica que las hace muy atractivas y útiles para los sectores público y privado: la facilidad de adaptarse a las características de casi cualquier organización. Por ejemplo, una empresa que hace tornillos requiere de información de inteligencia para identificar las capacidades de sus competidores, para tener conocimiento especializado del entorno donde opera, para analizar el riesgo financiero que implica una inversión para aumentar su capital productivo, para identificar posibles oportunidades de negocio, o para identificar fuga de información sobre su producto. En el sector público, una dependencia de gobierno requiere de información de inteligencia para alinear operaciones, para recolectar información sobre el impacto de sus servicios y sus actividades en campo, para analizar información proveniente de distintas fuentes y para identificar posibles riesgos y oportunidades en el desarrollo de sus planes de trabajo. En resumen un área de inteligencia se puede adaptar a cualquier organización pública o privada cuya actividad requiera información y conocimiento especializados para realizar su trabajo.
No obstante, es importante resaltar que toda área de inteligencia para ser realmente útil y funcional tiene que operar tanto en un nivel estratégico como en un nivel táctico-operativo. Esto quiere decir que un área de inteligencia requiere de 1) un equipo estratégico cuyo propósito sea observar y analizar el entorno para poder prever acontecimientos futuros; así como también requiere de 2) un equipo táctico-operativo cuyo objetivo sea recolectar y procesar información para obtener un nuevo conocimiento del contexto y de las propiedades de los ámbitos específicos y especializados en los que tiene que actuar la organización. La relación entre ambos equipos es íntimamente estrecha ya que se alimentan de la propia recolección y análisis de información que realizan y de los resultados obtenidos.
Hasta aquí se ha visto lo que son las áreas de inteligencia, su utilidad y los objetivos que persiguen, sin embargo falta el elemento más importante que la va a distinguir dentro de la organización: que su funcionamiento sea a partir del ciclo de inteligencia. La planeación implica poder alinear los objetivos que persigue la organización con los medios disponibles y las estrategias requeridas para cumplir los objetivos. La recolección de información se realiza a partir de lo que se conoce como HUMINT (Human Intelligence o información recolectada por fuentes humanas) o SIGINT (Signal Intelligence o información recolectada por señales electrónicas), ambas se realizan ya sea por actividades de gabinete o por actividades en campo. El procesamiento es un componente crítico que tiene que ver con los mecanismos que van a ser utilizados por la organización para poder almacenar y transmitir esa información. El análisis tiene que ver con el entendimiento de las capacidades, recursos e intenciones de nuestros adversarios así como del conocimiento de nuestro entorno. Finalmente la diseminación tiene que ver con los productos de inteligencia que serán entregados a los destinatarios correspondientes para la implementación de acciones.
Sin embargo, un área de inteligencia no podría operar solamente implementando el ciclo de inteligencia, necesariamente requiere de instrumentos que permitan que el ciclo se mueva. En CIS esto lo conocemos como el modelo sistémico de operación y el cual consiste en implementar de forma armónica una serie de elementos que le van a dar vida a un área de este tipo. Nuestro modelo consiste primero en capacitar correctamente a las personas para que operen el área de inteligencia; segundo implementar los procesos que le den funcionalidad a las actividades de inteligencia; tercero incorporar tecnología para potenciar labores de las personas y los procesos; y cuarto, desarrollar las sinergias con todos aquellos actores e instancias necesarias para que el área funcione correctamente.
Finalmente, así como la práctica del ajedrez ayuda a las personas a ser más inteligentes, las áreas de inteligencia ayudan a las organizaciones públicas y privadas a desarrollar conocimiento científico que les permitirá tomar mejores decisiones y potenciar sus operaciones. Muchas organizaciones ya lo están haciendo y han descubierto el enorme potencial que tienen, eso sí, siempre y cuando estén bien diseñadas e implementadas.