Los lamentables eventos en Iguala también deben servir para reflexionar sobre la madurez del ciclo de inteligencia dentro de las instancias de seguridad y procuración de justicia. Una forma de explicar lo sucedido y que no ha sido explorada a profundidad, es que la desaparición de los 43 normalistas surge por un error de inteligencia, es decir, por que las instituciones federales y estatales que realizan inteligencia no fueron capaces de identificar a tiempo las intenciones y capacidades de los criminales. De igual forma, se sigue considerando que continúan los errores en la inteligencia ya que no se tienen identificadas claramente la magnitud de las consecuentes protestas a pesar de algunas alertas tempranas como el artículo de The Economist de principios de 2014 que sostenía que México tenía un nivel alto de riesgo de levantamiento social y se nos comparaba con países como Camboya, Etiopia, Haití, Pakistán, entre otros.
Muchas preguntas surgen entonces. Por ejemplo ¿Iguala debe ser considerado un parteaguas para refundar los servicios de inteligencia en México, como el 9/11 lo fue para los EEUU? ¿Qué tan preparadas están las áreas de inteligencia para atender este tipo de eventos criminales? ¿Se tiene la capacidad para formular alertas tempranas sobre acontecimientos criminales en los estados y municipios?
Los servicios de inteligencia modernos hacen ejercicios de reflexión cuando se ven sorprendidos por acontecimientos criminales. Es una realidad que la inteligencia no es una bola de cristal que lo ve todo, por el contrario, necesita aprender antes de alcanzar niveles aceptables de profesionalismo. Entonces la madurez de las áreas de inteligencia no se alcanza solamente con la inversión y la profesionalización de los agentes, también pasa necesariamente por reconocer lo que ha salido mal y que se puede mejorar para que no vuelva a suceder.
I. El análisis de las intenciones y las capacidades del adversario.
Sobre el tema de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se ha recolectado mucha información. En términos de esfuerzo es considerada una de las investigaciones más amplias y donde se han empleado más recursos técnicos, monetarios y humanos para lograr el esclarecimiento de los hechos. Sin embargo, desde el punto de vista de inteligencia, el ejercicio de análisis de información que han llevado acabo las áreas de inteligencia ha sido incompleto. Lo que las autoridades aparentemente conocían, así como la línea de investigación que en este momento siguen, es lo relativo a las capacidades económicas, políticas y criminales del Ex Presidente Municipal de Iguala, de su esposa y del grupo criminal Guerreros Unidos, esto es: poder adquisitivo, redes de corrupción, relaciones con grupos criminales, bienes inmuebles en Guerrero y otros estados, relaciones políticas, etc. Pero esto, aunque importante desde el punto de vista de la información de inteligencia, finalmente es un indicador táctico que nos habla de su peligrosidad mas no pudo advertirnos de la siguiente acción criminal que Abarca y Guerreros Unidos planeaban dar.
Para identificar los siguientes pasos de los criminales es necesario descubrir sus intenciones. Las intenciones de una persona o un grupo tienen que ver con las decisiones que van a tomar ya sea en lo inmediato o en el corto, mediano o hasta largo plazo. Las intenciones pueden tener objetivos políticos (relacionado con el poder) o militares (dominio, exterminio, coerción, conquista, etc). Generalmente ambos tipos de intenciones las podemos encontrar en los discursos, entrevistas, reuniones, documentos, comunicaciones, etcétera de los líderes de la organización. Presuntamente el Ex Presidente Municipal de Iguala y su esposa ya habían mostrado sus intenciones en Iguala, esto es con el asesinato de Arturo Hernández Cardona, líder de la Unidad Popular. Como se ha dado a conocer, esta información ya la tenía la PGR pero las áreas de inteligencia probablemente no lograron “conectar los puntos” y entender que los Abarca Pineda no solo tenían relaciones criminales y políticas importantes (capacidades), sino que estaban dispuestos a hacer un uso de la fuerza con fines criminales si alguien amenazaba su status-quo (intenciones).
Es así que tenemos las primeras dos lecciones. Primero que las áreas de inteligencia tendrían que hacer un esfuerzo por igual en recolectar y analizar información sobre las capacidades e intenciones de los criminales con la intención de prevenir otros casos que podrían darse en un futuro en el país. Segundo, que para identificar si una persona o un grupo está por cometer un acto criminal (como el secuestro, desaparición y asesinato de un grupo de personas) resulta más útil enfocarse en sus intenciones debido a que los criminales: 1) pueden hacer un mal cálculo de la fuerza y respuesta de la autoridad (piensan que se van a “salir con la suya”); 2) pueden estar más interesados en aplicar presión política sobre sus adversarios aun a pesar de que saben que no se “saldrán con la suya”; o 3) consideran que el acto criminal puede servir como efecto multiplicador de fuerza ya sea para equilibrar fuerzas frente a su adversario (político, económico, criminal), para sumar nuevos adeptos a la causa o para desestabilizar a su adversario.
II. La “caducidad de la información” y su relación con la naturaleza de la amenaza
Mucho hay de verdad en la frase “la información es poder”. Sin embargo, en el campo de la inteligencia la información solo es importante cuando es oportuna y relevante. El Secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, comentó hace unas semanas que Jose Luis Abarca era investigado por delincuencia organizada desde el 2010, así como el Procurador General de la Republica, Jesús Murillo Karam, también declaró que en 2013 la PGR había declinado atraer la investigación de la muerte de los dos activistas de la organización social Unidad Popular de Iguala porque era un tema del fuero común. ¿Qué sucedió entonces? Es decir, si al menos desde el 2010 había información de inteligencia (por muy básica que haya sido) sobre los nexos criminales del Ex Presidente Municipal y la existencia de Guerreros Unidos, porqué entonces la autoridad actuó hasta que había pasado el acto criminal de septiembre 2014.
La información de inteligencia no se construye en cuestión de segundos. Para que los datos se puedan transformar en información y esta a su vez en información de inteligencia se requiere pasar por un proceso simple de explicar pero complejo de llevar acabo. El proceso se llama ciclo de inteligencia y se compone de al menos 5 pasos: planeación, recolección, procesamiento, análisis y diseminación. En algunas ocasiones la razón por la cual las investigaciones tardan tiempo en construirse es porque se carece de método, técnicas y hasta de gente profesional que sepa que hacer en cada tramo del ciclo para transformar la información en inteligencia útil a la toma de decisiones y a las operaciones de una organización.
Sin embargo, no toda investigación de inteligencia que se lleva acabo produce frutos. Durante el desarrollo de las investigaciones es normal en cualquier servicio de inteligencia que los investigadores, analistas y directores después de revisar la información con la que cuentan consideren que el caso que investigan no es relevante (no es un riesgo o amenaza) para la seguridad nacional o pública. Estas decisiones se hacen o teóricamente se tendrían que hacer, con mucho cuidado ya que nunca estamos seguros que lo que hoy no es una amenaza mañana lo pueda ser ¿Pero qué sucede entonces? ¿Se tira la información y nos olvidamos de ella? ¿Se almacena para futuras investigaciones? ¿Se comparte para ver si es relevante a otras investigaciones?
Si el ciclo de inteligencia es débil en alguno de sus eslabones entonces esta información generalmente llega a perderse entre los archivos. Las declaraciones del Secretario de Gobernación y el Procurador son indicadores de un ciclo deficiente en áreas de CISEN y PGR. Si somos observadores del proceso de inteligencia entonces podríamos encontrar que aparentemente esa debilidad estaría en las áreas de planeación, análisis y diseminación. Por ello, el caso Ayotzinapa nos deja otras dos lecciones ahora desde el punto de vista de la información de inteligencia:
- Identificar la naturaleza de la amenaza es esencial para determinar su grado de relevancia y el esfuerzo en recolección de información. Para identificar esa naturaleza hay que prestar más atención a la inteligencia estratégica que a la táctica. Desafortunadamente se falló en determinar tanto la naturaleza como la relevancia de la amenaza que representaban los Abarca y el Grupo Guerreros Unidos en Iguala y esto a su vez ocasionó que no se pudiera hacer una correcta recolección de información para profundizar en el tema .
- Probablemente no sabremos que sucedió con la información y con la investigación que se debió llevar acabo en CISEN y PGR desde el 2010. Quizá no se hizo nada o tal vez si, sin embargo dentro de las instituciones que realizan inteligencia es evidente que se tienen que revisar y rediseñar los procesos internos relacionados con el almacenamiento de información y resultado de investigaciones que en su momento no se consideraron relevantes para la seguridad nacional.
III. Los problemas del productor-consumidor de información de inteligencia.
Los errores en inteligencia no solo exhiben a los cuerpos técnicos que realizan las actividades del ciclo, también muestran las serias debilidades de la toma de decisiones de los principales responsables. En este sentido el caso Ayotzinapa no fue la excepción y en estricto sentido esta es la principal lección sobre la cual se debería reflexionar dentro de las agencias de inteligencia civil y militar del Estado Mexicano.
El ciclo de inteligencia comienza y termina con los tomadores de decisiones ya que son los responsables de establecer las líneas generales que los agentes de inteligencia priorizaran en consecuencia. Este es el talón de Aquiles de la relación productor-consumidor de inteligencia pero a su vez la pieza clave para entender la dinámica del ciclo de inteligencia. En cualquier servicio de inteligencia profesional, se esperaría que los tomadores de decisiones a partir de la información con la que cuentan, tengan capacidad para poder identificar correctamente la naturaleza de una amenaza determinada y trasmitirla al resto de los agentes de inteligencia para iniciar las investigaciones. Sin embargo cuando los tomadores de decisiones no logran actuar y reaccionar adecuadamente se puede deber a cuatro factores que no necesariamente son excluyentes: a) la politización de la inteligencia, es decir, que los tomadores de decisiones sirven más a los intereses políticos en turno (ya sean aspiraciones propias o de su jefe) y no a la sobrevivencia y seguridad de las responsabilidades que les toca vigilar; b) la complacencia (el error más común en inteligencia)y que se le conoce como el síndrome de “aquí no pasa eso” que sobre todo surge cuando los tomadores de decisiones están más inmersos en el discurso de imagen positiva y menos en la realidad de lo que esta pasando; c) la incompetencia, esto es cuando no se tienen capacidades técnicas; o d) la indiferencia que es cuando simplemente no importa el tema.
La existencia de tan solo uno de estos factores, que son responsabilidad de los tomadores de decisiones, desafortunadamente provoca: a) la mala comunicación con los productores de inteligencia; b) la ruptura del ciclo de inteligencia; y c) la incapacidad para determinar la naturaleza y gravedad de una amenaza. Esto nos deja la lección de que los tomadores de decisiones deben cuidar la relación productor-consumidor de inteligencia ya que al no hacerlo….no pueden ignorar sistemáticamente o menospreciar la información, la crítica, los debates, la información, los análisis, las manifestaciones y las opiniones que surgen en una sociedad, de hacerlo probablemente perderán foco sobre los temas relevantes de la seguridad y por consecuencia se continuará con resultados negativos en todas las etapas del ciclo de inteligencia y la multiplicación de acontecimientos criminales en el país.
Conclusiones
En el ejercicio de reflexión y análisis de los errores de inteligencia se deben reconocer e identificar las fallas en cada tramo del ciclo y que han ocasionado que hoy exista un Iguala. Desafortunadamente este caso no está aislado y es probable que se pueda repetir. Por ello quizá se hace necesario cambiar los paradigmas de la forma de hacer inteligencia y brindar seguridad. Los puntos de arranque podrían ser primero el transitar de los esquemas tácticos-reactivos, a esquemas estratégicos-preventivos para construir información verdaderamente oportuna y relevante; y segundo revisar a profundidad la madurez del ciclo de inteligencia dentro de las áreas correspondientes.