El 15 de junio pasado, el Consejo de Seguridad Nacional del gobierno de los Estados Unidos presentó, por primera vez en su historia, una estrategia nacional para contrarrestar el terrorismo interno. El documento, consecuencia de los actos de insurrección en el capitolio de Estados Unidos en enero de 2021, busca enfrentar la actividad de una amplia variedad de personas y organizaciones que con el uso de la violencia afectan la Seguridad Nacional del país.
El terrorismo dentro de Estados Unidos, como en cualquier otra nación, es complejo. Se tienen registradas una amplia variedad de demandas o ideologías que sustentan atentados, generalmente de baja intensidad en cuanto a destrucción y pérdida de vidas. El extremismo de izquierda y derecha; el nacionalismo, el ambientalismo radicalizado y la supremacía racial han utilizado la violencia terrorista para intentar incidir en los valores y políticas de las comunidades estadunidenses.
Desde la década de los setenta se tienen contabilizados 520 atentados terroristas en el territorio de Estados Unidos, los cuales han dejado 3 mil 427 víctimas. Estos atentados, con bajo nivel letal (un tercio de las víctimas corresponden a los atentados del 11 de septiembre) y de destrucción, han dejado también una serie de íconos criminales como: Theodore Kaczynski, el unabomber, al atacar a científicos y académicos de 1978 a 1995; Timothy McVeigh y Terry Nichols quienes destruyeron el complejo del gobierno federal en la ciudad de Oklahoma en 1995; los hermanos Tsarnaev que atacaron a participantes del Maratón de Boston en 2013; Omar Mir Seddique Mateen quien atacó a miembros de la comunidad LGGT+ en Orlando en 2016 y Patrick Crusius quien también atacó a hispanos en El Paso en 2019.
El liderazgo del Estados Unidos en la política antiterrorista global, con la implementación de esta estrategia contra el terrorismo interno, es el inicio de la alineación de un tema que ha sido prioritario al exterior y de poca importancia en el ámbito interno. La estrategia busca proporcionar un enfoque general para abordar la manifestación actual de la amenaza del terrorismo, así como las formas cambiantes que esta amenaza puede adoptar en los próximos años y servirá para detener actos violentos.
La estrategia está estructurada en 4 pilares y organiza el trabajo de las dependencias de seguridad y justicia de los diferentes niveles de gobierno para hacer frente a las actividades peligrosas para la vida humana que sean violatorias de las leyes penales y que parezcan tener la intención de intimidar o coaccionar a la población civil, de influir en la política o afectar la conducta de un gobierno con la destrucción masiva, el asesinato o el secuestro que ocurran principalmente dentro de Estados Unidos.
Los pilares de la estrategia se enfocan en los esfuerzos para: 1) comprender y compartir información sobre las amenazas terroristas internas; 2) evitar que los terroristas domésticos recluten, inciten y movilicen a los estadounidenses a la violencia; 3) disuadir e interrumpir la actividad terrorista doméstica antes de que genere violencia y 4) abordar los problemas, que a largo plazo contribuyen al terrorismo interno, para asegurar que esta amenaza disminuya en las generaciones venideras.
El primer pilar, sienta las bases para sortear las dificultades para el análisis y la diseminación de la información sobre el terrorismo, con el desarrollo de un marco base común para las diversas autoridades de Estados Unidos, el sector privado y los socios internacionales, y de esta forma ampliar el conocimiento y la comprensión de este complejo tema. Para ello se plantearon dos metas estratégicas: 1) mejorar el intercambio de información en todos los niveles de gobierno y fuera de él y 2) identificar los aspectos transnacionales del terrorismo interno, ampliar la lista de organizaciones terroristas extranjeras y atacar su financiamiento.
El segundo pilar, con también dos metas estratégicas, propone: 1) fortalecer a las instituciones encargadas de la prevención del terrorismo y 2) abordar el reclutamiento vía internet de terroristas y la movilización a la violencia por parte de terroristas domésticos. Para ello, se busca disminuir la propaganda terrorista; dificultar el acceso a armas de fuego; aumentar la resiliencia comunitaria a la violencia por medio de la educación ciudadana y el aumento de sus capacidades de análisis crítico y de identificación de información y noticias falsas; y aumentar el acceso a información gubernamental de calidad.
El tercer pilar, plantea con sus tres metas estratégicas: 1) mejorar la investigación y enjuiciamiento de los delitos de terrorismo interno; 2) evaluar posibles reformas legislativas; y 3) asegurar que en los procesos de selección e investigación de empleados del sector público se considere la gama completa de amenazas terroristas. Para ello, se plantea mejorar la producción, uso e intercambio de información; fortalecer la colaboración entre los investigadores y los fiscales; integrar más autoridades en la lucha antiterrorista y actualizar los perfiles de los servidores públicos para evitar la contratación de personas que representen una amenaza.
El último y cuarto pilar, propone hacer frente a los elementos que contribuyen a los diversos tipos de terrorismos en Estados Unidos, poniendo atención a las ideologías violentas: el supremacismo, el racismo, el odio, de extremismo religioso y las ideologías en contra del gobierno. También se propone mejora de la educación cívica; del trato las personas que pueden ser un riesgo para ellas mismas o las demás, y mejorar los valores democráticos.
La estrategia plantea un rediseño institucional que busca dar solución a los grandes retos que representa el terrorismo interno. La experiencia y liderazgo de estados Unidos en la lucha contra el terrorismo internacional se ve reflejado en la identificación de los elementos que dificultan la lucha antiterrorista y que ponen en riesgo la seguridad de las instituciones y su buen uso. La visión a futuro y los elementos preventivos y proactivos, desde lo local hasta lo transnacional, demuestran la búsqueda de una armonía en los instrumentos de lucha de lo que, con gran probabilidad, se convertirá en la prioridad de mayor relevancia para los Estados Unidos y sus socios en las próximas décadas.
Recomendación estratégica: La publicación de la estrategia para contrarrestar el terrorismo interno en Estados Unidos es una buena noticia para la lucha antiterrorista. Aceptar el problema en su territorio y asumirlo con un documento pensado a futuro y contemplando las características transnacionales de este tipo de violencia permitirá a sus instituciones y socios colaborar para prevenir este tipo de amenazas en una nación sustentada en el derecho a la privacidad, la posesión de armas y la libertad. México, deberá de seguir con atención el proceso, pues se presenta la oportunidad para que actores y hechos violentos en Estados Unidos relacionados con la criminalidad organizada se cataloguen y persigan como terrorismo interno y con ello se abra el abanico de posibilidades para contrarrestarlo de forma coordinada en las dos naciones.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan