La Inteligencia Artificial (IA) aumenta su presencia diaria en la vida de las personas alrededor del mundo. Lo que en algún momento parecía película de ciencia ficción, desde haca ya algunos años, define algunas actividades humanas en los procesos políticos, económicos y sociales. Ante su implantación, la Unión Europea se encuentra en proceso de regularla y para ello ha establecido una serie de directrices para un sector clave de la Seguridad Nacional: las fuerzas armadas.
La creación de tecnologías y su adaptación a diversos usos tiene una relación estrecha con las fuerzas armadas. A los conflictos le debemos la Internet, los sistemas globales de posicionamiento (GPS), radares, radios de comunicación, la visión nocturna, los vehículos aéreos no tripulados, e inclusive la cinta plateada, la comida enlatada y el microondas de uso diario.
Los nuevos desarrollos, vinculados con la 4ta Revolución Industrial como la IA, prometen modificar las formas en que las personas actuamos, particularmente en lo que se refiere al papel que el ser humano jugará en los procesos sociales, políticos y económicos. Esta tecnología, creada en 1956, tiene como objetivo permitir el desarrollo de computadoras que sean capaces de hacer cosas que normalmente hacen las personas, en especial, actividades asociadas con personas que actúan de manera inteligente.
Este objetivo, aplicable a toda actividad humana, es de particular importancia para su uso en las fuerzas armadas, las cuáles pueden ver potenciadas sus capacidades de lucha y control, con una reducción de participación humana. De tal forma que es de radical importancia comenzar a platear marcos regulatorios que nos alejen de la idea de complementar a las fuerzas armadas con robots que en algún momento puedan actuar en contra de los seres humanos de forma autónoma.
La guia aceptada por el Parlamento Europeo establece la forma en que se desarrollarán las fuerzas armadas de los 27 países que componen a la Unión, los cuáles, en algunos casos, son parte también de la Organización de Tratado del Atlántico Norte, organización que hace unas semanas refrendó su compromiso con el desarrollo de capacidades nucleares de defensa.
El primer acuerdo del Parlamento establece que la IA: 1) se centre en las personas o en otras palabras que las tecnologías se utilicen en beneficio de ellas y no con otros propósitos; 2) que sea respetuosa de la dignidad de las personas y los derechos humanos; 3) que permita a los humanos ejercer un control significativo de utilidad para repartir responsabilidades y rendición de cuentas.
El segundo acuerdo fue realizar un llamado a prohibir los sistemas autónomos de armas, los llamados “robots asesinos“, dejando que el humano sea quien decida el uso de la fuerza letal; a que las personas deberán de ser informadas cuando una decisión fue tomada por un sistema IA; a prohibir los sistemas de monitoreo y puntuación para los ciudadanos y regular el uso de tecnologías para controlar las noticias falsas.
Estos acuerdos buscan tener un impacto en la aplicación de la IA en las intervenciones militares tradicionales, en el nuevo tipo de conflictos híbridos y virtuales; así como, en otro tipo de actividades que puedan serles asignadas para preservar la paz interna o externa. De tal forma que su importancia dentro del sistema de decisiones de la Unión Europea radica en las consecuencias para 27 países, la OTAN y las reglas que se tendrán que desarrollar en la Organización de las Naciones Unidas.
La IA, como cualquier otra tecnología en sus inicios, implica una serie de dudas que tendrán que disiparse con su uso en diferentes espacios. Si bien, a nivel civil se ha generalizado su uso en ciertos sectores económicos, los gobiernos han sido cautelosos en el campo de la seguridad por las implicaciones que puede tener para la libertad y vida de las personas.
Esta guía europea se une a otro tipo de instrumentos que buscan regular y establecer los espacios militares para el uso de la IA, la cual, según la estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, será clave para pelear y ganar las guerras en el futuro; debido a la utilidad que ha demostrado en las acciones de vigilancia y reconocimiento, que pese a los errores que pueda cometer, parecen ser menores a los que los humanos perpetran con información sesgada y capacidades limitadas de análisis.
La AI por las implicaciones para definir la vida de las personas, en el campo militar, parece encontrar los mismos retos que se plantea para el mundo civil sobre el dilema que se puede sintetizar a una pregunta: ¿sus errores son menores a los de los humanos?; que en el mundo militar se podría traducir a: ¿un sistema informático puede valorar de mejor manera una amenaza y utilizar la fuerza de forma proporcionada para neutralizarla mejor que los humanos?
La respuesta a las preguntas se dará conforme a la evidencia y la experiencia, que a forma de ejemplo: en el caso de los vehículos autónomos guiados por IA esta dada, al haber un acuerdo que los errores tecnológicos son menores a los humanos y por lo tanto su uso representa un menor riesgo para el ser humano. Respuesta que podría convertirse en una tendencia para justificar su uso para la preservación de la paz y disminuir el daño humano que la guerras y conflictos acarrean.
Recomendación estratégica: El uso de la IA en las fuerzas armadas es un tema controvertido, especialmente en el momento de acordar las funciones que desarrollará en el campo de batalla tradicional. Su regulación es necesaria para dar certeza a los ciudadanos de que será utilizada de forma responsable y que el uso de fuerza letal será una decisión humana y no resultado de una operación matemática. Los ejércitos que se modernicen y comiencen a utilizar la IA en sus procesos tendrán que discutir estos complejos y añejos temas, que en el campo de batalla pueden significar la victoria y la derrota de una Nación sobre otra, así como la supervivencia de los Estados y sus sociedades.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT comisionado a El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan