El gobierno del Presidente López Obrador no había detenido a un líder criminal importante desde que asumió el poder ejecutivo en diciembre de 2018. Eso era una gran diferencia en términos de la estrategia de seguridad con respecto a las dos administraciones presidenciales anteriores que habían dedicado infinidad de recursos humanos, tecnológicos y financieros para detener a algunos de los líderes criminales que operan en México.
Es cierto que descabezar organizaciones nunca fue una prioridad del presidente. Lo comenta de forma pública durante sus conferencias y en privado a miembros de su gabinete. Su tesis con respecto al combate a la inseguridad se basa en una aproximación distinta (con respecto a las administraciones anteriores) y que consiste principalmente en combatir la corrupción, otorgar perdón a delincuentes que implica los controvertidos “abrazos no balazos” y enfocarse en temas sociales.
Probablemente, la detención del líder del Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL), José Antonio Yépez, podría ser un indicador de que la postura presidencial o quizá de algunos miembros del gobierno cambió y entonces se estaría considerando que descabezar a las organizaciones criminales pudiera ser útil y en consecuencia seguir implementándose.
En inglés, la estrategia de ir tras los jefes criminales para dejar acéfalas las organizaciones, se le conoce como kingpin. Fue diseñada por la DEA (Drug Enforcement Agency) desde principios de los 90s e impuesta y aplicada tanto para perseguir narcotraficantes en Colombia, México y otros países, como para perseguir terroristas en Afganistán.
La estrategia tiene por supuesto variantes, primero se debe decidir si se asesinará o solo se detendrá al líder criminal. En segundo lugar, se tiene que analizar el impacto que tendrá esa estrategia dentro de la organización y aquí también hay dos opciones: a) si la kingpin será inmediata, rápida, con fuerza mínima pero contundente y sin preocupaciones colaterales de lo que pudiera suceder dentro de la organización o b) si esta estrategia será más elaborada, sin urgencia y sobre todo tomando en cuenta la situación final deseada dentro de la organización que es intervenida.
Los expresidentes Calderón y Peña Nieto fueron fieles impulsores de la estrategia kingpin en México. Para ello organizaron e instruyeron a las instituciones de seguridad e inteligencia civiles y militares a cooperar con las agencias norteamericanas para que se realizaran acciones específicamente de tipo kingpin inmediatas, rápidas y sin reparar mucho en las consecuencias que eso tendría para la organización afectada. El resultado en términos de seguridad fue positivo en algunas ocasiones, pero también pobre en otros dado que el mapa criminal hoy es mucho más grande, con organizaciones más polarizadas y más violentas.
Es importante resaltar que las estrategias kingpin pudieran funcionar siempre y cuando se entienda bien la utilidad y el alcance que tienen. Por ejemplo, sí se aplica a organizaciones jóvenes y cuya toma de decisiones sea vertical, esta estrategia podría abrir una ventana de oportunidad para desmembrarla. Sin embargo, esta no es una estrategia efectiva cuando la organización tiene una toma de decisiones horizontal o descentralizada ya que la sola falta de una pieza de la organización, sin importar que sea el jefe, no afecta las operaciones.
Por ello, en este caso la implementación de la kingpin contra el líder del CSRL pudiera ser efectivo por que logró un doble éxito. El primero es permitirle al presidente tener la primera victoria táctica contra la criminalidad organizada que pudiera presumir. El segundo es tener la oportunidad de afectar a la organización criminal aun a pesar de que familiares de Yépez tomen el control de la banda criminal. El CSRL es una organización relativamente pequeña, vertical en su toma de decisiones, con operaciones focalizadas, pocos territorios controlados, no están involucrados en muchos delitos y tienen alianzas tácticas limitadas con otros criminales. Por ello se esperaría que esta detención sirva para disminuir el nivel de operaciones del Cartel.
Sin embargo, aun a pesar del éxito aparente de esta acción, podríamos suponer que la estrategia kingpin no será parte de las acciones del gobierno del presidente López Obrador en el futuro. Recordemos que el presidente inició su estrategia de seguridad prácticamente contra el Cartel de Santa Rosa de Lima cuando en enero de 2019 lanzó una estrategia ambiciosa militar y civil contra el robo de combustible. Desplegó a las Fuerzas Armadas, estrenó a una incipiente Guardia Nacional, protegió ductos, restringió la oferta de gasolina, etcétera. Por ello era de esperarse que en su mente siempre hubiera estado detener a este líder que afectaba quizá uno de los principales intereses de su gobierno: Petróleos Mexicanos (PEMEX). Por supuesto hay otros líderes en Puebla y Veracruz detrás del contrabando de combustible y quizá serían solamente algunas de las detenciones futuras que podríamos esperar por parte del Gobierno.
Pero el presidente no ha mostrado intenciones de querer afectar a líderes de otras organizaciones como el Cartel de Sinaloa o el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), por mencionar algunas. Hay muy pocas menciones en el discurso presidencial sobre estas organizaciones o de intereses públicos que afectan estas bandas criminales. Por el contrario, al menos por semana podemos encontrar una mención de aquellos criminales o políticos quienes han afectado a la empresa petrolera paraestatal.
Es más, aunque tanto el Cartel de Sinaloa o el CJNG hayan puesto la vara de la violencia muy alto al atacar directamente al gobierno y población con acciones como Culiacán, los videos de manifestación de poder, ataques certeros en comunidades en Michoacán, el asesinato de un Juez Federal o el atentado en contra del Secretario García Harfuch, eso no ha sido suficiente para captar la atención del presidente Lopez Obrador e implementar acciones para ir tras los líderes de forma contundente o contra las estructuras de la organización.
Por ello, mientras no estén en el radar del discurso presidencial difícilmente podríamos esperar una estrategia kingpin contra otros líderes criminales.
Recomendación estratégica. Sí es que el gobierno no considera relevante ir tras otros líderes criminales, una opción podría ser reducirles la voluntad de seguir generando violencia. Para ello habría que cortar, con acciones puntuales de inteligencia, los hilos delgados de los cuales depende su centro de gravedad que los mantiene en pie y que obviamente son distintos en cada organización. Estos centros de gravedad se encuentran más allá del dinero y los esfuerzos de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, consultor, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad y Director General de CIS Pensamiento Estratégico