¿Cuál es la consecuencia de no tener el programa para la Seguridad Nacional y el Sistema Nacional de Inteligencia?

¿Cuál es la consecuencia de no tener el programa para la Seguridad Nacional y el Sistema Nacional de Inteligencia?

Uno de los grandes fracasos del gobierno mexicano que encabeza el presidente López Obrador ha sido la seguridad. Probablemente no por falta genuina de voluntad, pero los hechos indican que no se han reducido sustancialmente los índices de criminalidad y la violencia sigue ganando terreno a la población.  

Aunado a lo anterior, también preocupa que las acciones del gobierno parecen tener incluso contradicciones sobre cómo atender el fenómeno de la inseguridad. Se observan posturas diversas, especialistas dentro de su gobierno que no son escuchados y nadie parece poder decirle al presidente que su política en materia de seguridad ha sido y seguirá siendo un error mientras siga por la misma ruta.

Ya en otras entregas hemos abordado que el fracaso del gobierno en temas de seguridad se puede deber a la forma vertical como el presidente toma decisiones, al haber reducido al CISEN de una inteligencia nacional a una instancia que solo analiza la inteligencia criminal, o a una Guardia Nacional que debido a su diseño iba a tardar mucho en poder ser eficiente y efectiva, etcétera.

Pero también falta analizar el impacto que ha tenido tanto en el plano operativo como en la coordinación entre instancias el que el presidente no haya presentado ni el Programa para la Seguridad Nacional, ni una propuesta para crear el Sistema Nacional de Inteligencia (SNI).

Sobre todo, el Programa para la Seguridad Nacional es un documento clave y que tuvo ya dos ediciones previas, la primera que se presentó en 2007 y la segunda en 2013 al inicio de la respectiva administración presidencial. Es un documento con visión de 6 años que plasma las vulnerabilidades, los riesgos y las amenazas que pueden incidir sobre el desarrollo nacional y además busca establecer un vínculo entre la seguridad, la defensa y el desarrollo humano en México.

Es un documento político más que técnico, pero fija el rumbo y los estándares de coordinación que deberán seguir las instancias de seguridad nacional y orienta sobre lo que se puede y no se puede esperar del gobierno durante los 6 años de su administración. 

Por supuesto los programas que se presentaron no eran documentos perfectos e incluso no se alcanzaban los objetivos planteados, sin embargo, eran valiosos porque: 1) articulaban la visión del gobierno en términos de lo que este comprendía sobre seguridad nacional; 2) presentaba los recursos del poder nacional que utilizaría para alcanzar el objetivo deseado; 3) dibujaba la estrategia a seguir y los distintos niveles de coordinación entre instancias y 4) señalaba el camino que faltaba recorrer para que el País no perdiera lo avanzado en temas de seguridad nacional.

A 3 años de la administración del presidente López Obrador no solo no ha presentado el documento, sino que ni siquiera se está analizando su contenido. No hay nada. Para el presidente la seguridad nacional no es una prioridad como si lo son las elecciones. El único documento que presentaron fue el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024 pero es un documento que habla sobre la seguridad pública y ni siquiera es de contenido político, es más bien propagandístico.

En toda planeación lo más importante son la definición de los objetivos ya que de eso depende el resto. En los objetivos queda de forma explícita el estado final que se desea alcanzar y esas definiciones siempre deben proponerse desde lo más alto de la política. Son los políticos, quienes han sido electos, quienes determinan hacia donde debe moverse el país y generalmente solo están limitados por dos reglas: la primera es que solo pueden mover al país que gobiernan durante el tiempo jurídico que les han autorizado en las normas correspondientes (3, 4, 6 años etcétera) y la segunda es que nunca pueden ir en contra de los intereses nacionales que son propios del Estado y que por supuesto están por encima de los intereses de un gobierno.

Sin objetivos, los diversos estrategas del gobierno no saben que cursos de acción tomar para alcanzar el éxito ni tampoco saben cómo coordinarse. Nadie sabe si se está avanzando, se retrocede o solo se dan vueltas en círculos. Obviamente sin guía política tampoco se puede determinar que recursos se deben utilizar durante el trayecto. En resumen, sin objetivos no hay nada.

Por ello es un error muy grave que el presidente no haya definido el rumbo en materia de seguridad nacional. Esto ha ocasionado que las diversas instancias de inteligencia y seguridad tanto civiles como militares no sepan cual es el objetivo que se deba alcanzar ni tampoco les permite ponerse de acuerdo o coordinarse en el plano operativo.

Aunado a lo anterior esta también la falta de voluntad del presidente por implementar un Sistema de Inteligencia Nacional. México tiene un sistema de inteligencia muy joven que principalmente se ha forjado en las últimas 2 décadas, pero no tiene doctrina propia ni tampoco una comunidad de inteligencia que en conjunto guie la toma de decisiones al nivel más alto de la política. Nuestros servicios de inteligencia pueden llegar a ser útiles y efectivos, pero trabajando solos, no sabemos cómo trabajar en equipo aún para enfrentar amenazas, riesgos y capitalizar oportunidades a nivel nacional.

El SNI tendría la intención de corregir eso, es decir explorar e implementar una ruta para que México pueda madurar a sus servicios de inteligencia, profesionalizarlos, hacerlos rendir cuentas y sobre todo mejorarlos para guiar la toma de decisiones. Pero tampoco el presidente impulsará el Sistema Nacional de Inteligencia durante su sexenio y con ello está afectando gravemente a la seguridad nacional y por supuesto pone en mayor riesgo a los intereses del Estado Mexicano que están por encima de los de su gobierno.

Recomendación estratégica: El analista de inteligencia generalmente tiene dos motivaciones para iniciar el ciclo de inteligencia. La primera es guiarse por la agenda de preocupaciones del tomador de decisiones y la segunda es que, independientemente del tomador de decisiones, el analista debe reflexionar, aprovechando su experiencia, sobre el futuro de los riesgos, las amenazas y las oportunidades para el Estado. Bajo el contexto actual mexicano esta segunda opción es la que debe implementarse dado que al presidente López Obrador no tiene interés por la seguridad nacional.