por Tomás Martínez Sánchez | May 6, 2015 | Análisis, Seguridad Pública
El enfrentamiento protagonizado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y las fuerzas federales el primero de mayo pasado, inaugura una nueva etapa en el proceso de recomposición de las relaciones entre la delincuencia organizada y los poderes fácticos transnacionales, nacionales y locales que amenazan la seguridad y estabilidad del estado de Jalisco. El CJNG, organización emergente que en un corto periodo de vida -de 2010 a 2015- consolida su presencia en los mercados de droga de Estados Unidos, Europa y Asía, ganó una batalla a las fuerzas federales al derribar un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) y neutralizar los inicios del Operativo Jalisco, concebido a partir de la intensificación de sus acciones contra diferentes actores federales y del estado de Jalisco. Entre dichas acciones destacan el ataque del 19 de marzo a los agentes de la Gendarmería Nacional en Ocotlán, donde fallecen cinco policías federales; el atentado del 31 de marzo en Zapopan contra el Comisionado de Seguridad Pública Estatal, Alejandro Solorio; la emboscada del 6 de abril a elementos de la Fuerza Única Regional con el asesinato de 15 agentes que retornaban de Puerto Vallarta a Guadalajara; y el asesinato en Zacatecas el 26 de abril de Antonio de Jesús Dioclesiano Molina, abogado cercano al primer círculo del gobernador Aristóteles Sandoval y considerado como un personaje clave en las redes políticas y criminales de Jalisco. Tal beligerancia está asociada al supuesto incumplimiento de acuerdos pactados con las autoridades, especialmente, garantizar la protección institucional a los miembros de la organización delictiva. La detención de algunos de ellos, especialmente la de Abigail González Valencia, El Cuini, cofundador...