¿Por qué México no ha desarrollado fuertes capacidades de contrainteligencia?

¿Por qué México no ha desarrollado fuertes capacidades de contrainteligencia?

Cuando hablamos de contrainteligencia hay mucho sensacionalismo y falsas creencias de lo que es y las implicaciones que tiene. A veces se sostiene que son espías luchando contra otros espías, o que tan solo basta con poner claves muy complejas a nuestros dispositivos o cubrir la cámara de nuestra computadora para evitar que nos observen. Mal entendida, la contrainteligencia se limita a establecer medidas físicas para crear sujetos confiables o evitar la fuga de información a partir de normativas muy rígidas.

Sin embargo, la contrainteligencia es mucho más complejo que eso. Tiene que ver con proteger a la organización o al estado de las operaciones llevadas a cabo por otras instancias de inteligencia (formales como otra área de inteligencia o informales como las de los criminales) nacionales o extranjeras. En términos generales tiene dos componentes. Por supuesto la primera tiene que ver con una etapa defensiva que se implementa con algunas medidas para proteger a la organización a través de equipo tecnológico, procesos definidos, leyes, clasificación y compartimentalización de información, etcétera. La segunda parte es totalmente ofensiva y se encarga de realizar acciones específicas para neutralizar al adversario, como por ejemplo la utilización de dobles agentes que permiten influir en un curso de acción o desinformar la toma de decisiones del adversario, o bien, la penetración del adversario a través de la infiltración o la cooptación económica.

Independientemente de si la contrainteligencia está en una etapa defensiva u ofensiva, ésta busca identificar y neutralizar a dos clases de adversarios que tiene: 1) al traidor, que faltando a su compromiso o lealtad, compromete la seguridad aprovechando su posición dentro de la instancia de inteligencia y 2) al infiltrado, que es un adversario que proviene del ámbito externo (de otro servicio de inteligencia formal o informal, nacional o extranjero) pero que ya opera dentro del perímetro que la contrainteligencia busca proteger.

Por ello, la contrainteligencia es tan necesaria para el ejercicio del gobierno como lo puede ser el correcto uso de las finanzas públicas. Por un lado, la inteligencia nos ayuda a generar conocimiento operable para tomar decisiones mejor informadas sobre diversos acontecimientos, pero la contrainteligencia nos ayuda a generar conocimiento sobre aquellas personas nacionales o extranjeras que están permitiendo la fuga de información y que compromete esa misma toma de decisiones.

Por supuesto es un error hacer inteligencia sin contrainteligencia. De hecho, la teoría nos dice que la primera no va a estar completa sin la segunda. Que el peligro de la amenaza interna tiene el mismo potencial destructivo que la amenaza externa (que la inteligencia busca contener).

Ahora bien, el que México no haya desarrollado fuertes capacidades en contrainteligencia probablemente se deben a la falta de una doctrina en la materia. Existen pocos expertos sobre el tema y reducidos espacios para estudiar las técnicas. Esta sería uno de los primeros retos que tendría que resolver el actual Gobierno, es decir, apostarle al desarrollo doctrinal de un tema elemental para la sobrevivencia del Estado. La teoría aporta el marco de referencia para entender diversas situaciones que se presentan en las actividades de contrainteligencia y permite realizar ensayos sobre cómo sería el comportamiento de actores bajo ciertas situaciones. Sin la teoría, la práctica de la disciplina de la contrainteligencia no tendría mucha guía que oriente su camino.

Sin embargo, la clave para crear mejores capacidades es que México defina desde el nivel más alto de la política, cuál es modelo de contrainteligencia que quiere implementar. Hoy no queda claro si la contrainteligencia que se realiza en el País se limita al ámbito de las medidas físicas dentro de una organización o tiene un alcance nacional con operaciones específicas. Es más, debería tener un alcance internacional dado los intereses de México. No obstante, esto no se hace y es una oportunidad desperdiciada el no saber el grado de infiltración que tienen las instituciones y la toma de decisiones del propio gobierno mexicano.

Evidentemente México realiza contrainteligencia dado que existen elementos tecnológicos y se infiltra a las bandas criminales a partir de la cooptación económica de algunos de sus miembros. Sin embargo, sugiero no limitarse a esta visión limitada de la contrainteligencia. Para que realmente fuera útil el esfuerzo, tendría que hacerse un ejercicio sistémico donde la información obtenida sea relevante y oportuna para la toma de decisiones estratégicas de la protección de intereses nacionales. La contrainteligencia con visión limitada solo sirve para la detención inmediata de algún líder criminal o la incautación de droga y eso hoy no es suficiente.

Los últimos tres presidentes de México denunciaron públicamente acciones de espionaje en su contra. El diario alemán Der Spiegel reveló en 2013 que la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) de los Estados Unidos había interceptado alrededor de 85 mil mensajes de teléfono y correo electrónico de los expresidentes Calderón y Peña Nieto. Estas acciones incluyeron también a otros altos funcionarios de esas administraciones. Ambos presidentes se limitaron a exigir una investigación para dar con los responsables, pero eso tuvo un doble error ya que por un lado no sirvió de nada y por el otro no tuvieron una decisión contundente para mejorar las capacidades mexicanas en contrainteligencia.

Por su parte el presidente Lopez Obrador denunció recientemente haber encontrado una “cámara sofisticada” como el la llamo, y que permitía grabar reuniones que se llevaban a cabo en Palacio Nacional. En este caso el presidente descartó hacer una denuncia al respecto. Nuevamente, primero se mandó una excelente noticia para aquellos que buscan intervenir en los asuntos de México que saben que no les pasará nada a pesar de sus acciones, y en segundo lugar, se mandó una pésima señal para la contrainteligencia mexicana porque quedó claro que no es necesario que se pongan a trabajar dado que al tomador de decisiones más importante del País considera que el tema no es relevante.

El problema no es que existan otros servicios de inteligencia o grupos de interés o bandas criminales haciendo inteligencia e interviniendo en los intereses de México. El problema es que no sabemos quién lo está haciendo y a los distintos gobiernos en México parecen no importarles el tema ya que no han sido capaces de impulsar un esfuerzo coordinado de contrainteligencia para descubrir y desmantelar esas interferencias. Eso compromete mucho la toma de decisiones y aumenta la vulnerabilidad del Estado.

Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, Director de CIS Pensamiento Estratégico, consultor, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad.