Sobre regulación e inteligencia

Sobre regulación e inteligencia

El término regulación dista de ser extraño en la vida cotidiana, seguramente lo hemos escuchado en un contexto económico, en terminología eléctrica, en seguridad, o incluso en un contexto familiar. Por ende, el regular es una acción nata de los seres humanos que surge de la necesidad de preservar, dentro de estándares o esquemas óptimos, a los demás y a las cosas importantes que nos rodean. Más allá de esta aproximación, entendamos a la regulación como el control sostenido y focalizado de actividades valoradas por una comunidad o grupo social, sea por medio de mecanismos de establecimiento de normas, recopilación de información o modificación de comportamiento. Siguiendo con la lógica anterior, sí los seres humanos regulamos por naturaleza también lo hace de igual forma el Estado, con el objetivo de preservar las condiciones óptimas necesarias para actividades específicas. Por ejemplo, la lógica de la regulación económica se encamina a prevenir o en su caso remediar fallas de mercado (monopolios, externalidades negativas, entre otros), mientras que la regulación social se encamina a prevenir o remediar aquellas conductas que afectan a terceros. La seguridad en particular constituye una de las aristas principales sujetas a regulación. Esta situación deriva de la necesidad constante de garantizar a la sociedad condiciones óptimas para que sus miembros puedan desarrollarse de manera adecuada. Para tal fin, se utilizan mecanismos tanto coercitivos (enforcement) como voluntarios (compliance), para fomentar que los actores en una sociedad cumplan con los estándares mínimos óptimos de convivencia. Una de las esferas más interesantes de la regulación es sin duda la relacionada con el enforcement. Los regímenes regulatorios coercitivos se estudian utilizando un...