3 consejos para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Guardia Nacional (GN) en materia de inteligencia

3 consejos para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la Guardia Nacional (GN) en materia de inteligencia
  1. Los servicios de inteligencia son un reflejo de los intereses de sus líderes y/o las prioridades del gobierno en turno. “Son tan grandes y eficaces o pequeños e inútiles como los tomadores de decisiones lo permiten.”[1] Para combatir a los enemigos del Estado Mexicano no solo se necesitan capacidades, también se necesita voluntad política para hacer que las áreas de inteligencia puedan crecer y contrarrestar los esfuerzos de los enemigos.

 Por ejemplo, algunos presidentes de Estados Unidos (EEUU) le dieron un impulso jurídico y operativo muy importante a su comunidad de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial y por supuesto en la Guerra Fría. Temas como Pearl Harbor, la Unión Soviética, la carrera armamentística, la crisis de los misiles, etc., fueron haciendo caer en cuenta a los líderes en turno que los enemigos de la inteligencia eran poderosos y la falta de información le había costado muy caro a la nación y que, por lo tanto, si no se tomaban medidas ejecutivas adecuadas para recopilar y analizar mejor la información sobre las intenciones y capacidades de los enemigos, entonces mayores crisis podrían ocurrir.”[2]

Desafortunadamente México no ha impulsado con contundencia y de forma sostenida las actividades de inteligencia. Compartimos plenamente la idea del Presidente Lopez Obrador de reducir la violencia haciendo menos uso de la fuerza, pero estamos convencidos que para ello, la mejor forma posible es aumentando nuestras capacidades de inteligencia.

El primer consejo sería que se impulse la creación de una Comunidad de Inteligencia, independiente de la Comunidad de Seguridad, crear una Ley de Inteligencia que faculte y regule las actividades, así como invertir más recursos en fortalecer nuestras capacidades de análisis de información para la toma de decisiones.

 

  1. Cuidado con la excesiva politización de la inteligencia. La politización es una palabra usualmente invocada como una acusación de que algo ha sido contaminado por los intereses particulares de un régimen en turno. Sin embargo, “la definición de politizar no es necesariamente peyorativo es ´dar un tono o carácter político´ o ´traer al ámbito de la política´”.[3] Lo que pasa es que en el ámbito de la inteligencia se considera que la politización es mala por que suprime o distorsiona el producto de la inteligencia para promover intereses o agendas políticas particulares que son contrarios al interés general.

De acuerdo con Richard K. Betts la politización tiene dos vías. “Se puede ejercer desde arriba hacia abajo”[4] si los funcionarios intentan que la inteligencia se ajuste a los intereses del gobierno. Esto puede ser deliberado o inconsciente y puede ocurrir cuando los políticos ejercen presión sobre los productores de inteligencia para que establezcan conclusiones que confirmen su interés particular[5]. “También puede fluir de abajo hacia arriba si los profesionales de la inteligencia orientan el análisis con sus propios sesgos políticos. Esta distorsión de la información se da cuando los analistas manipulan la información para afectar una política que desaprueban”.[6] En México sobre todo hemos tenido politización de arriba hacia abajo.

La realidad es que en las actividades de inteligencia la cero politización no existe. Pero la contaminación mínima de la inteligencia mexicana por parte de los políticos debe ser la norma. Es decir, el esfuerzo consiste en reducir la politización de más a menos, a partir de soluciones que encuentren el punto medio entre los responsables de los políticos y su necesidad de influir.[7]

El segundo consejo sería marcar la línea de forma muy clara sobre lo que es politización de la inteligencia en el Gobierno del Presidente López Obrador, y así evitar que  los productos de inteligencia queden contaminados por las distorsiones de la realidad que les conviene a los políticos.

 

  1. Cuidado con la expectativa generada por la reorganización de la inteligencia. Al inicio de este sexenio el Gobierno del Presidente Lopez Obrador emprendió importantes reformas en materia de inteligencia al crear el CNI y la GN. Esas reformas pueden ser positivas, pero también, si se hacen mal, pueden dañar al Estado mismo.

En primer lugar, sí estas transformaciones se enfocan en resolver solo los fracasos que en su momento pudo cometer el extinto CISEN, entonces puede que se solucione solo una parte del problema, pero las verdaderas fallas profundas del sistema de inteligencia mexicano permanecerán intactas y con el tiempo volverán a flotar en el día a día de las operaciones de inteligencia.

En segundo lugar, tomar en cuenta que, si esta reorganización del CNI y la Guardia Nacional es muy ambiciosa, es probable que tarde en asentarse debido a sus altos costos de transacción. Es decir, mientras se adaptan a las reformas “los registros se pierden, los nuevos procedimientos se confunden, las líneas de autoridad se enredan, las complicaciones imprevistas recaen en unidades no preparadas, y el personal pasará parte de sus días de trabajo averiguando dónde están los baños”[8] y sus lugares de trabajo. Si los índices de inseguridad verdaderamente bajan, entonces los costos iniciales pueden ser aceptados como el precio a pagar por las mejoras. Pero si el País continua con esta crisis de inseguridad, puede que la impaciencia de los ciudadanos termine por afectar la reforma del Presidente Lopez Obrador y el CNI y la GN caigan en desuso.

El tercer consejo sería que, más allá de trabajar únicamente en la reorganización del sistema de inteligencia y seguridad en México, también se debería trabajar en una mejor relación entre el Presidente –como consumidor de inteligencia— y el CNI y la GN –como productores de información—. En términos generales el productor necesita educarse para comprender mejor las necesidades del Presidente y el consumidor deberá ser educado en el lenguaje, proceso y en los resultados que puede ofrecer la inteligencia. Si no lo hacen, probablemente ambos perderán. El productor de inteligencia a lo mejor no sobrevivirá si solamente ofrece un análisis basado en lo que el Presidente quiere escuchar, mientras que el CNI y la GN tampoco sobrevivirán si no le dicen que algunos de sus juicios y elecciones probablemente guiarán al País en una ruta incorrecta[9]. De no haber una educación de ambos actores, será prácticamente imposible que el Presidente Lopez Obrador consiga la meta de reducir los índices de violencia en 6 meses.

 

** Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, Director de CIS Pensamiento Estratégico, consultor, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad.

Síguelo en @ffrancoqm

 

 

 

[1] Franco Quintero Mármol, Francisco (2015). ¿México requiere una Ley de Inteligencia? México, CIS Pensamiento Estratégico. P.1 Disponible en http://cisestrategico.com/mexico-requiere-una-ley-de-inteligencia/  (Consultado el 15 de noviembre de 2018)

[2] Franco (2015). p1

[3] K. Betts, Richard “ Enemies of Intelligence: Knowledge and Power in American National Security” New York: Columbia University Press, 2007. p74

[4] Betts, (2007). p76

[5] Betts, (2007). p77

[6] Ibid

[7] Betts, (2007). p98

[8] Betts, (2007). p144

[9] Franco Quintero Mármol, Francisco ¿Por qué la relación entre productor y consumidor de inteligencia es tan problemática? Escuela de Inteligencia para la Seguridad Nacional (ESISEN), Colecc. Lecturas Básicas de Inteligencia, Vol. 18. CDMX, 2018, pp.147-164