Michoacán y la lectura errónea del presidente sobre el conflicto.

En últimas fechas, el Estado de Michoacán ha estado bajo una tensión de alto nivel debido a la guerra que libran cárteles Unidos y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Michoacán y en específico la zona de tierra caliente es de vital importancia para dichos grupos pues son clave para el trasiego, producción y recepción de activos para la producción de narcóticos sintéticos. Sobre todo, el centro de gravedad de esa lucha se encuentra en el control del puerto de Lázaro Cárdenas y por supuesto en los caminos que conectan hacia los principales puntos de producción, distribución y venta de drogas sintéticas.

El momento beligerante es claro, existen dos grupos antagonistas en este conflicto y quienes buscan el control del territorio para poder continuar con sus actividades económicas. Sumado a esto, la poca acción por parte del gobierno tanto estatal como federal, para mitigar la acción bélica de los grupos en conflicto pone en un grave riesgo a la población que se encuentra en medio del conflicto.

Es importante destacar que nos encontramos en un escenario totalmente irregular, con técnicas y tácticas empleadas en la guerra o combate sucio. Este escenario se complica producto del otro ingrediente peligroso que son los grupos de autodefensas, los cuales, han sido cooptados por los grupos delictivos locales para poder combatir a los efectivos provenientes de Jalisco. En este frente, hemos sido testigos de combates en los cuales se han utilizados enseres dispuestos para una guerra frontal.

Adicionalmente, se observan tres problemas claves que deberían ser abordados por el gobierno y las instancias de seguridad e inteligencia:

  1. El adoctrinamiento de los miembros de los grupos en conflicto. Ahora nos encontramos con verdaderos combatientes, efectivos que cuentan con una motivación que va más allá del pago por un servicio. Ya no son simples sicarios, ahora, pelean con un ideal lo que psicológicamente los hace más fuertes.
  • La capacidad económica de los grupos es muy alta y demuestran una excelente administración, pues son capaces de librar en un frente una guerra durante un largo periodo.
  •  El empleo de tácticas psicológicas para el control de la población a través del “restablecimiento” del orden en las zonas que están en conflicto. Así mismo, el “apoyo” a la población civil, por medio de dádivas o regalos, para poder tener a favor a la población.

Por supuesto, frente a esta lectura el panorama es peligroso ya que hay un riesgo muy alto para la seguridad interior. El Gobierno de México tiene que comprender la urgencia de combatir y contener el avance de estos grupos ya que no es permisible que existan grupos con capacidades económicas, armamentistas y humanas, y con un adoctrinamiento que hace a sus unidades o células operativas muy fuertes y sobre todo con posibilidad de disputar territorios enteros del País.

Lo que también debe señalarse es que si bien la intención primaria de los criminales continúa siendo económica –esto es el control de territorios útiles para sus actividades económicas y subsecuentemente, el control de las poblaciones para efecto de mantener la sumisión y el control total del territorio en cuestión— no debe descartarse que el CJNG pueda tener intenciones políticas ya que incluso tiende a operar como un grupo insurgente.

El principal problema, a nuestro juicio, es que los objetivos del gobierno del presidente López Obrador contra la criminalidad siguen siendo poco claros, por lo tanto, la estrategia es fallida y los grandes esfuerzos que diariamente hacen mujeres y hombres civiles y militares se desperdician por la falta de claridad política.

En resumen, hay una lectura errónea del presidente sobre el conflicto y las consecuencias que habrá. No se trata de simples delincuentes, estamos hablando de grupos que ejercen terror, controlan poblaciones, operan de manera irregular, cuentan con armamento adecuado para sostener una campaña de alto nivel, hacen propaganda psicológica, llevan a cabo operaciones encubiertas bien planificadas y tienen capacidades económicas considerables.

No solo el espectro político ha cambiado en México, también lo ha hecho el conflicto y por lo tanto se recomendaría cambiar los objetivos y la estrategia que persigue el gobierno del presidente López Obrador. Continuar en la misma ruta puede llevar no solo al fracaso del gobierno, sino al del Estado.

Octavio Arturo Ordaz Quintero Mármol es Licenciado en Criminología y Ciencias Penales por parte de la Universidad Tec de Oriente.