Justo, hace poco más de un año, advertíamos al gobierno de México sobre las acciones que estaba planeando el gobierno de Donald Trump en contra de los intereses nacionales. Los golpes políticos que había recibido el presidente norteamericano en las elecciones de noviembre de 2018 y la negativa de la cámara de representantes, en marzo de 2019, a declarar el estado de emergencia en la frontera con México, iban a ocasionar que su comportamiento fuera menos previsible y más agresivo con México.
Nuestros análisis indicaba que el gobierno del presidente Trump estaba diseñando una estrategia, para aplicarse a México y otros países, que pudiera ser útil para alcanzar 4 objetivos que le interesan. Primero, que cuando fuera necesario, la estrategia pudiera utilizarse para distraer la atención de los norteamericanos de aquellos temas de política interior que estuvieran afectando la imagen presidencial y su aprobación con miras a la reelección del 2020. Segundo, que sirviera para señalar a un adversario que fuera visible y que importara solo para aquellos que respaldan al presidente. Tercero, que le permitiera obtener una ganancia política o económica de ese adversario, el cual muy probablemente cedería producto de la presión que se ejercería en su contra. Cuarto, que si bien la estrategia debería prever la posibilidad de utilizar fuerza para que tuviera resultado, no obstante, el énfasis debía estar en la parte que mejor sabe utilizar el presidente Trump y que es el discurso.
Producto de esa investigación, recomendábamos dos cosas. En primer lugar, que se tuviera especial cuidado con el concepto que algunos especialistas norteamericanos buscaban introducir y que era el del Estado Criminalizado. Douglas Farah autor del artículo “TRANSNATIONAL ORGANIZED CRIME, TERRORISM, AND CRIMINALIZED STATES IN LATIN AMERICA: AN EMERGING TIER-ONE NATIONAL SECURITY PRIORITY” Strategic Studies Institute, US Army War College (2012), definía que un Estado Criminalizado son “… aquellos en los que el liderazgo más alto está consciente e involucrado, ya sea de manera activa o por consentimiento pasivo, en empresas criminales transnacionales, donde el crimen organizado trasnacional (COT) se usa como un instrumento del Estado, y donde el poder estatal está incorporado en la estructura operativa de uno o más grupos del COT. Los beneficios pueden ser para un movimiento político en particular, objetivos teocráticos, operaciones terroristas u beneficio personal de los involucrados, o una combinación de estos factores.”
En segundo lugar, recomendábamos poner énfasis en la difusión que se buscaba darle al concepto del Estado Criminalizado. El objetivo de la estrategia norteamericana estaba diseñado para repetir el concepto en espacios académicos, círculos diplomáticos, militares, políticos y medios de comunicación para que se generara una masa crítica en México que pudiera acostumbrarse al término y de esta forma ellos mismos podrían volverlo replicar en otros espacios locales.
Efectivamente lo que estimábamos en su momento sucedió. Durante 2019, el presidente Trump buscó criminalizar al Estado mexicano en dos momentos. El primero fue con la migración, donde amenazó política y económicamente con el tema arancelario hasta que consiguió que México se convirtiera en un tercer país para acoger a la migración y utilizara a la Guardia Nacional para perseguir migrantes como si fueran criminales. El segundo evento fue la amenaza al gobierno del presidente Lopez Obrador de declarar a los cárteles de la droga mexicano como terroristas, cosa que era un despropósito dado que la criminalidad mexicana no tiene un fin político, pero que hubiera tenido consecuencias muy graves para México ya que se criminalizaría mucho más la relación entre ambos países.
Sin embargo, la estrategia del Estado Criminalizado continuara en este 2020. El pasado 1 de abril de 2020 apareció la tercera amenaza, esta vez fue por conducto del secretario de justicia de Estados Unidos, William Barr, aseguró que una de las principales prioridades de su departamento es “destruir a los carteles mexicanos”. Realmente no llamaría mucho la atención el anuncio si no fuera por que durante la misma conferencia se mezclaran temas como México, Venezuela, criminales, terroristas y drogas. Es decir, mientras amenazaba al régimen de Maduro con fuerza militar, también aprovechaba para mandar un mensaje a México. Pareciera ser una nueva edición de aquel “eje del mal” al que el Presidente Bush se refería cuando hablaba de Irán-Irak-Afganistán y donde posteriormente fue agregado Venezuela.
Nuestra sospecha es que el haber mencionado a México en la conferencia del 1 de abril tiene la intención de presionar al gobierno del presidente López Obrador para que fije una postura con respecto a Venezuela y a favor de Juan Guaidó. La fórmula es simple, si México coopera con el tema Venezuela entonces se le reduciría la presión con respecto a la lucha contra el narcotráfico en el caribe y en otras áreas. De esta forma el presidente Trump podría obtener una victoria en política exterior que tanta falta le hace.
Ante esta presión, es probable que el presidente mexicano ceda como lo hizo anteriormente con el tema migratorio. Adicionalmente, está el hecho que el enfoque de la política exterior mexicana en este gobierno esta más concentrada en Centroamérica y no tanto en Sudamérica.
Sin embargo, consideramos que esta nueva amenaza no debería preocupar tanto. Fortalecer las capacidades militares norteamericanas en el mar caribe para combatir a los criminales mexicanos no implica una injerencia mayor de la que se tiene en los asuntos nacionales. El conducto por el que se harán estos esfuerzos será a través del Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM) y México lleva mucho tiempo cooperando militarmente con el Comando a través de ejercicios anuales y actividades cotidianas.
Por el contrario, existe una oportunidad que no debe pasar por alto el gobierno mexicano. Al ser México clave en este esfuerzo y estar tan vinculado tanto con el Comando Norte (NORTHCOM) como con el SOUTHCOM, puede aprovecharse para conducir una política exterior basada en una proyección naval. Los próximos meses, si se aprovechan, pueden servir para mejorar las capacidades nacionales navales a cambio de la colaboración.
Los gobiernos en México han sido reacios ha desarrollar un pensamiento geopolítico que aproveche su condición bioceánica y los más de 3 millones de kilómetros cuadrados que posee en el mar. Por ello, el presidente y el canciller mexicanos tienen una oportunidad para dejar una huella profunda y fortalecer la seguridad en el territorio marítimo nacional que pudiera ser más relevante y urgente para los intereses nacionales que el tráfico de drogas.
Evidentemente la estrategia de criminalizar la relación México-Estados Unidos continuará con distintas amenazas que podrían incrementarse en la medida que el presidente Trump siga con los malos resultados en política interior y exterior. Lo importante es entender que esto es parte de una estrategia diseñada que funciona de forma sistemática cada vez que es necesario alcanzar los 4 objetivos que se explicaba al principio. Sin embargo, el gran reto es que México piense estratégicamente para sacar ventaja de esto ya que, de no hacerlo, se le seguirán sumando crisis internas también al presidente López Obrador que de por sí ya tiene bastantes.
* Francisco Franco Quintero Mármol es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King´s College London, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad y Director de CIS Pensamiento Estratégico.
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