Las operaciones encubiertas en México: el caso del Juez Villegas

Las operaciones encubiertas en México: el caso del Juez Villegas

Las operaciones encubiertas en México: el caso del Juez Villegas

Los índices de criminalidad en México continúan a la alza. Cualquier estadística oficial o privada que tomemos nos dirá que la seguridad se ha deteriorado en la gran mayoría de las ciudades del territorio nacional desde hace muchos años, aunque de forma más acelerada en los últimos 11 meses.

La receta gubernamental mexicana, desde hace más de 15 años, ha sido de alguna u otra forma la misma: invertir grandes cantidades de recursos públicos para mitigar la intensidad y la frecuencia de la actividad criminal.

Una parte importante de esas inversiones realizadas ha sido el fortalecimiento de las operaciones encubiertas –sobre todo de forma más intensa desde el sexenio del expresidente Calderón—como un mecanismo intrusivo para reunir información del enemigo. Cabe aclarar que las operaciones encubiertas son una subactividad de la inteligencia, es decir, no pertenecen a las actividades rutinarias de esta disciplina como son la recolección o el análisis de información, por lo cual tienen su propia dinámica y funcionamiento.

Una operación encubierta realizada de forma efectiva sería aquella en donde el enemigo no sabe que se le espía, a pesar de que pudiera tener sus sospechas. Por ello, la superioridad tecnológica juega un papel importante dentro de las operaciones ya que permiten conocer de cerca al enemigo, pero disminuyen la posibilidad de ser descubierto. Esto implica entonces, que se requieren desarrollar esas tecnologías o adquirirlas de quienes ya las tienen y para ello destinar grandes presupuestos para poder tener esa ventaja sobre el adversario.

Es importante resaltar que esas inversiones las realizan las instancias de inteligencia y seguridad mexicanas año con año. Lo que faltaría quizá es tener un inventario de las capacidades nacionales en temas de operaciones encubiertas.

Ahora bien, no todas las operaciones encubiertas tienen que ver con el uso de tecnologías. Para ello valdría la pena aclarar que las operaciones encubiertas generalmente se subdividen en 1) las que sirven para intervenir comunicaciones y correspondencia y 2) las que sirven para infiltrar al objetivo. En el primer grupo podemos encontrar acciones como la intercepción de comunicaciones electrónicas de voz y datos o la intercepción encubierta de paquetes, contenedores, cartas, etcétera.

Dentro del segundo grupo podemos encontrar acciones como la entrega vigilada de algún producto (ej. Armas, droga, explosivos, etcétera) el uso de identidades falsas, la infiltración con un agente encubierto dentro de la organización, el pago a integrantes de la organización para que brinden información, el uso de equipos de vigilancia, etcétera.

En México, la lamentable realidad es que varias de estas operaciones encubiertas se realizaban desde antes de que estuvieran reguladas jurídicamente o sin conocimiento previo en la materia. Sin embargo, la parte positiva, es que al menos desde el 2004 ya se contemplan principalmente en la Ley de Seguridad Nacional y en el Código Nacional de Procedimientos Penales donde se comparten responsabilidades entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial para prevenir los abusos de las instancias de inteligencia y seguridad.

Esto ha sido un gran avance, aunque debe enfatizarse que hay lagunas jurídicas respecto a las operaciones encubiertas que dificultan su entendimiento, aplicación y por consecuencia todavía pueden ocasionar abusos por parte de la autoridad que las ejecuta. El problema más importante es que en los distintos ordenamientos jurídicos hablan de forma genérica de las operaciones encubiertas, pero no especifican toda las actividades que pueden ser consideradas como tales. Esto, además de reflejar la ignorancia sobre el tema, puede ser una omisión flagrante porque entonces se pierden los pesos y contrapesos que se han creado con los jueces de control para autorizar una operación encubierta ya que cualquier cosa puede justificarse dentro del marco de la intercepción de comunicaciones y correspondencia.

No obstante, lo que más vale la pena destacar es que en materia de inteligencia y seguridad pareciera ser que las operaciones encubiertas no están siendo útiles para disminuir la intensidad y la frecuencia de la actividad criminal en el territorio nacional. Es decir, el esfuerzo de los gobiernos mexicanos en los últimos años ha sido mucho: millonarias inversiones de dinero público, compra de tecnologías muy intrusivas y diseño de un marco jurídico—a pesar de sus deficiencias— para evitar “abusos”. Aún que, por lo visto todo esto no ha tenido una incidencia útil, efectiva y eficiente en contra de la criminalidad ya que la ciudadanía sigue estando vulnerable frente a la incidencia delictiva.

Tomemos por ejemplo el caso del juez federal Uriel Villegas Ortiz quien fue asesinado junto con su esposa el pasado 16 de junio en el estado de Colima. Algunos reportes indican que había información previa, producto de una intercepción de comunicaciones, de que el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) preparaba un atentado en contra de personas relevantes que afectaban sus intereses. De ser cierto, resultaría entonces que la información obtenida de la operación encubiertas no funcionó. Si no fuera cierto que hubo intercepción de comunicaciones de los miembros del CJNG también sería lamentable porque entonces México no utiliza las capacidades de operaciones encubiertas para salvar la vida de mexicanos.

Recomendación estratégica. Desde nuestra perspectiva las operaciones encubiertas pueden ser útiles para entender las intenciones y capacidades de un enemigo y así prevenir algunos de los cursos de acción que tomará. Sin embargo, para que sean útiles no basta con regularlas jurídicamente o invertir en la última tecnología disponible. Primero habría que entender cómo encajan estas operaciones en un régimen democrático y después analizar el potencial de cada una de las operaciones encubiertas que existen y que pueden darnos un panorama mejor sobre el criminal que el solo hecho de escuchar sus conversaciones. Para hacerlo se tendría que desarrollar una doctrina propia, sobre todo lejos de los sensacionalismos que imponen otros países y que convencen a México de solo comprar tecnología. Quizá hacerlo si pudiera ayudar a disminuir la criminalidad.

Francisco Franco es Maestro en Inteligencia y Seguridad Internacional por el King’s College London, Director de CIS Pensamiento Estratégico, consultor, catedrático y conferencista en temas de inteligencia y seguridad.
Síguelo en @ffrancoqm