La crisis de agua de la zona metropolitana de Monterrey, su complicado acceso en la Ciudad de México y su mala calidad en Guadalajara, son algunos ejemplos de las dificultades que tendrá el país en un futuro no muy lejano para sostener las más grandes aglomeraciones humanas que tiene y que deberían ser vistas como prioritarias y estratégicas, pero sobre todo como un asunto de Seguridad Nacional.
La Seguridad Nacional es un concepto complejo y confuso para la mayoría de la sociedad, la ley y los programas ayudaban a aclararlo; sin embargo, ante la falta de publicación del Programa de Seguridad Nacional 2018-2024 y una ley inadecuada que esclarezca, nos encontramos en una situación en dónde un día, para algunos, los aeropuertos son un asunto de Seguridad Nacional y al día siguiente lo dejan de ser.
La exposición y conocimiento de los espacios de Seguridad Nacional ha crecido durante este gobierno. El debate fomentado por la participación de las Fuerzas Armadas en la administración de las instalaciones críticas, como puertos y aeropuertos; la construcción infraestructura estratégica, como el tren maya; la gestión de las aduanas y de la distribución de las vacunas COVID-19, dejan ver que la Seguridad Nacional es mucho más que la paz, la guerra y las armas.
En términos prácticos y reduccionistas, la Seguridad Nacional puede ser entendida como los elementos que sustentan y dan viabilidad al país, en cierto sentido es todo y al mismo tiempo es tan vago, que puede ser interpretado como nada. Este tipo de seguridad se refiere a los retos y amenazas que ponen en riesgo a la población, el territorio y las instituciones; la vida de las personas, la unidad territorial o el funcionamiento adecuado del sistema bancario o de las instituciones de salud, entre otras. Es una seguridad flexible y cambiante, definida por los comportamientos que pudiesen afectar gravemente el funcionamiento y los anhelos del país.
Dentro de todos los elementos que engloba la Seguridad Nacional, los recursos naturales y particularmente, en las últimas décadas, su acceso y las consecuencias del calentamiento global, se han vuelto indispensables para comprender el futuro del país. A diferencia de décadas pasadas, ya no basta el tener amplios recursos naturales para su futura explotación, actualmente es necesario, ante las modificaciones climáticas, preservarlos, explotarlos y administrarlos conforme a esquemas globales y cambios constantes para que la distribución poblacional y la actividad humana continúe siendo similar a la que conocemos actualmente.
El agua dulce para consumo humano, de uso agrícola e industrial, es cada día un recurso más escaso. A nivel global las reservas se agotan y anualmente desaparecen cuerpos de agua, superficiales o subterráneos, que hacen cada vez menor ese 3% de agua en el planeta para consumo humano. Sin duda alguna, este tipo de agua se acabará y las consecuencias para la vida humana, la organización social y la configuración de las naciones será clave.
México está fuera de las 10 naciones con mayores reservas de agua en el planeta, por lo que será de los primeros que comenzará a conocer las consecuencias de su escasez. La situación en Monterrey, la segunda zona metropolitana en población, con más de 5 millones de habitantes; capital del estado con la tercera mayor aportación al Producto Interno Bruto Nacional (8%); cuna del grupo empresarial de los 10 y sede del segundo municipio más rico del país, San Pedro Garza García; inició este año con una sequía que bien puede ser un ejemplo de los retos que implicará la administración del agua, aún en lugares con altos grados de riqueza.
El medio año con conflictos de agua y su impulso en la época de mayor calor, Monterrey ha dado muestras de una situación que con mucha probabilidad se generalizará en las ciudades del país. Para atajar esta problemática el reto gubernamental es mayor y el ejemplo de Monterrey es apenas una prueba. En esta ciudad convergieron elementos que nos dan seña de las complejidades y luchas que puede acarrear el agua. Socialmente los ciudadanos mostraron resiliencia pese a que los desperdicios y el mal uso continuó durante la emergencia, demostrando que en términos generales existe una cultura de cuidado del agua que habrá que fortalecer.
La sociedad acudió a la unión y pese a las dificultades, en pocas ocasiones se presentaron circunstancias retadoras para las autoridades. Las características del estado mostraron un debate pendiente que necesitaremos enfrentar sobre a qué destinar el agua, en otras palabras: cuáles son las prioridades: ¿producir alimentos, el consumo humano o producir bienes y riqueza? mostrando que en estos momentos la gestión de crisis se vuelve prioritaria para que las decisiones inmediatas no acarreen daños irreversibles a mediano largo plazo.
El gobierno, responsable de la gestión del agua, una vez más quedó rebasado. Las autoridades federales y estatales no pudieron dar soluciones inmediatas, los servicios de agua y drenaje de Monterrey, encargada del abastecimiento del agua tampoco tuvo soluciones, todo el plan quedo en redireccionar la poca agua, priorizar el consumo humano, propiciar la lluvia con bombardeos y esperar a que Tlaloc hiciera su trabajo.
A la fecha, el problema en Monterrey está lejos de ser solucionado, autoridades, sociedad, productores e industria, tanto local como regional y nacional, tendrán que encontrar nuevos caminos para que la escasez de agua no acarré movimientos de personas, relocalizaciones de industrias y la re distribución de la capital industrial del país que, de seguir con problemas de acceso al agua, podría, en un caso extremo, convertirse como todas las demás ciudades del país en un lugar fantasma.
Recomendación estratégica: El agua es clave para el desarrollo y configuración de país. La coyuntura propicia el debate de su gestión desde una perspectiva de Seguridad Nacional. En un momento en el que los proyectos prioritarios gubernamentales, como trenes y aeropuertos, se desarrollan con esta perspectiva, el sistema de gestión de agua parece olvidado por organismos federales, regionales, locales y metropolitanos con una escasa visión integral y ajenas a una perspectiva de Seguridad Nacional. Es hora de pensar en el futuro y reconocer la importancia que el agua tendrá para la permanencia y desarrollo del país como lo conocemos.
Último momento: Los gobiernos de Movimiento Ciudadano comienzan a mostrar sus deficiencias. Los resultados en materia de seguridad del casi saliente gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro dejan mucho que desear; mientras que el recién llegado en Nuevo León, Samuel García sufre los estragos políticos de la escases de agua. Malas cartas de presentación para la elección 2024, en dónde pretenden hacer frente a la mayor fuerza política del país: Morena.
Agradezco los valiosos comentarios de Misael Barrera Suárez, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en seguridad e inteligencia. Síguelo en @MisaelBarreraS
Fernando Jiménez Sánchez es investigador CONACyT en El Colegio de Jalisco y colaborador del CIS Pensamiento Estratégico. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid, máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Politólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Síguelo en @fjimsan