México necesita replantearse lo que hace en el campo de la seguridad. La urgencia se cuenta en cadáveres que se apilan en los servicios forenses, los crímenes raramente denunciados y el debilitamiento de las instituciones nacionales. El tiempo, desde hace décadas, nos consume y de no cambiar el sistema de seguridad y justicia seguiremos viviendo una situación de emergencia.
La seguridad en el mundo es uno de los mayores retos, en algunas naciones está controlada en otras, como México, se encuentra desbordada, no es para menos. El país tiene un sistema de seguridad y justicia propio del siglo pasado, las instituciones de seguridad de los tres niveles de gobierno con dificultades logran resolver los delitos sencillos o del orden común, ya no digamos los de criminalidad organizada y poco o nada tienen que hacer ante en los delitos que se presentan y presentarán durante del siglo XXI.
Las dos naciones que tienen los sistemas de seguridad más avanzados y que en algunos momentos y lugares sirven de guía para las autoridades mexicanas son los Estados Unidos de América y el Reino Unido. El primer país desde la década de los setenta ha creado y experimentado, con buenos resultados, los que para México es una novedad, la Policía Orientada por la Comunidad, de proximidad o como se le quiera llamar.
Este modelo de policía se basa en el desarrollado a finales de la década de los veinte, en el siglo XVII, si, en los 1800, cuando se creó la Policía Metropolitana de Londres. Esta última, establecida a partir de diez premisas de Sir Robert Peel, colocó por primera vez al ciudadano como centro y parte de las acciones gubernamentales para dar seguridad, una tendencia en las instituciones de policía de occidente.
Desde entonces, en las dos naciones mencionadas, al igual que en el resto del mundo, muchas cosas han pasado en el campo de la seguridad. Se han creado diversos modelos policiales como el Guiado por la Inteligencia o a últimas fechas la Policía de Precisión, en el Reino Unido y Estados Unidos de América respectivamente. También se han creado estrategias como la administración de la policía en base a la solución de problemas, la de las ventanas rotas o la de cero tolerancia.
Estos modelos y estrategias se han visto acompañados de una variedad de metodologías de análisis como: la prevención del crimen a través del diseño o CPTED; el scaneo, análisis, respuesta y evaluación o SARA; los puntos calientes o hot spots; predictivo; el político, económico, sociocultural, tecnológico y ambiental o PESTA y el de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades o FODA.
También se han hecho uso de tecnologías para la lucha contra la criminalidad y el terrorismo. Pues desde hace décadas, armas no letales, sistemas de videovigilancia, programas informáticos de predicción del delito, vehículos aéreos no tripulados, cámaras corporales, entre un largo arsenal tecnológico, se han hecho presentes entre los instrumentos que utilizan diariamente las instituciones de seguridad.
Así mismo, en estas dos naciones y en aquellas que han enfrentado complejos retos a la seguridad como Colombia o España, han creado centros civiles de investigación, desarrollo y docencia especializados. En ellos se crean y divulga conocimiento para mejorar las soluciones a la seguridad, se desarrolla una masa crítica y se profesionaliza tanto a los elementos de las instituciones de seguridad como a la comunidad en general.
Todo ello se ha hecho a nivel internacional, en un marco de políticas integrales de seguridad, tanto internas como externas, para hacer frente a la criminalidad y la violencia. Mientras, en nuestro país, y pese a la emergencia, ni siquiera se ha podido avanzar en establecer las responsabilidades que tienen los civiles y las fuerzas armadas en la lucha contra la criminalidad.
El tempo pasa y el país de no solucionar los retos que tienen las instituciones de seguridad terminarán por socavar su competitividad y viabilidad a futuro. No es poca cosa, ya que mientras en otras naciones se estrenan ejércitos cibernéticos, se hace uso de la evidencia y se aplica la ciencia para la prevención, persecución y contención de las violencias y la criminalidad, en nuestro país apenas logramos controlar los delitos comunes que diariamente afectan a los ciudadanos.
Llegamos al siglo XXI con un sistema del pasado que ni siquiera en aquella época pudo controlar la criminalidad y la violencia. La pila de denuncias, expedientes y cadáveres está a la vista y creciendo, la urgencia es evidente y para enfrentarla necesitamos un cambio en el sistema de seguridad y justicia para que México pueda enfrentar la violencia y criminalidad del siglo XXI.
Fernando Jimenez Sánchez es Investigador CONACYT y de El Colegio de Jalisco. Politólogo y Doctor en Análisis y Evaluación de procesos Políticos y Sociales por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en Análisis y Prevención de Terrorismo por la Universidad Rey Juan Carlos